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viernes, mayo 15, 2009

LOS HOMÓFOBOS, LA BIBLIA Y LA HOMOFOBIA

Este domingo, 17 de mayo, se celebra en Costa Rica el Día Nacional Contra la Homofobia, establecido el año pasado por decreto ejecutivo No. 34399-S.
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Las cuatro universidades estatales han preparado un festival de concientización contra la homofobia con el calendario de actividaes que se puede seguir en esta nota de prensa:
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El pastor, profesor universitario y poeta Carlos Bonilla ha escrito un breve comentario con ocasión de dicho festival en el TEC. Aclaramos que el pastor Bonilla, además de teólogo y ministro ordenado (lo que él señala), es además heterosexual, padre de familia y poeta (cosas que él no señala, pero mejor andarle por delante a los malpensados).
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Breve reflexión de un cristiano en relación con la celebración del Día Nacional contra la Homofobia
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Por: Carlos Bonilla Avendaño
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Soy creyente, teólogo y ministro ordenado. Creo que la Biblia contiene la Revelación de Dios. Creo también que esa Revelación se manifiesta en cuentos, poemas, refranes, parábolas, mitos, cartas, listas de leyes, etc. Y creo también que todo eso fue escrito por seres humanos que, además de la inspiración de Dios, reflejaron en los textos que escribieron, su propia cultura, sus propios conocimientos (limitados y a veces equivocados, como los de cualquier persona) y también sus prejuicios y modos de entender el mundo y las relaciones humanas.
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En el día de hoy, que en nuestro Tec se celebra el Día contra la Homofobia, comparto, desde mi fe cristiana, esta breve reflexión sobre la homofobia y la homosexualidad. Lo hago para motivar el diálogo, el encuentro, la reflexión, con quienes –católicos/as o evangélicos/as- comparten conmigo la fe en Cristo, y también con quienes no la comparten..
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I. Biblia y Homosexualidad:
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La Biblia comenzó a escribirse hace unos cuatro mil años. El término “homosexualidad” se inventó en el siglo XIX. Es decir, los idiomas originales con que se escribió la Biblia, hebreo y griego, no conocían el concepto de “homosexuales” ni de “homosexualidad”. Es evidente, entonces que no existe, en las versiones originales de la Sagrada Escritura, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, ninguna condena a los homosexuales ni a la homosexualidad, pues tales palabras ni siquiera existían.
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Alguien me dirá: “!Eso no es cierto!. San Pablo dice en la Carta a los Romanos que los homosexuales no entrarán en el Reino de Dios”. Y efectivamente, hay traducciones modernas de la Biblia en las que así se lee. Pero… ¿dice eso el texto original? No. No lo dice. No tengo tiempo para ahondar en esto ahora, pero puedo demostrar –y lo haré en una reflexión posterior- que la palabra griega arsenokoitai que algunas versiones (como la Nueva Biblia de Jerusalén, a partir del año 1973) traducen como “homosexual”, tiene un sentido muy diferente en su versión original.
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A partir del siglo XI, a raíz del surgimiento de fuertes sentimientos antisemitas y homofóbicos en Europa Occidental, las versiones de la Biblia comenzaron a traducir con la palabra “sodomita” la palabra hebrea “kadesh”, que aparece en más de cuarenta textos del Antiguo Testamento. Resulta que la palabra kadesh significa “lo santo, lo sagrado, lo que está consagrado” y que se refería a los “prostitutos sagrados”, hombres de los pueblos paganos aledaños a Israel que se dedicaban a ejercer la prostitución en los templos, como culto consagrado a los dioses. Esta práctica, considerada como “abominable” por el escritor bíblico, no era una práctica homosexual, pues estos hombres, por lo general, no se acostaban con otros hombres, sino con mujeres, toda vez que los cultos paganos eran, la mayoría de las veces, cultos para promover la fertilidad. Pero al traducir una palabra que significaba “prostituto sagrado o consagrado” por “sodomita”, -que en nuestro tiempo es equivalente a homosexual, se reforzó la idea homofóbica de que Dios veía a la homosexualidad como “abominable”, siendo que ninguno de esos textos se refería a homosexualidad ni a sodomía.
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Y precisamente, uno de los textos que más se han utilizado para discriminar, juzgar, condenar y perseguir a los homosexuales, es el episodio de Sodoma (origen de la palabra sodomía y sodomita) y Gomorra. Pero resulta que si nos acercamos a ese texto sin las anteojeras homofóbicas que nos han impuesto, llegaremos a la conclusión a la que la mayoría de los eruditos biblistas católicos y protestantes han llegado: el pecado de los habitantes de Sodoma y su terrible castigo, no tiene absolutamente nada que ver con la homosexualidad, sino con la transgresión al principio de hospitalidad, transgresión que se da por el intento de violación masiva (¡de todos los hombres de Sodoma, incluidos los heterosexuales y no solo por el presunto 10% homosexual que dicen hay en todo lado!) contra dos ángeles. El pecado no fue, entonces, la homosexualidad, sino la violación no consentida, que es pecado contra hombres, mujeres o ángeles, por cuyo intento se violaron también las leyes de la hospitalidad. Jesús así lo entendió y cuando El menciona a Sodoma no lo hace para condenar a los homosexuales, sino a otras ciudades por su falta de hospitalidad al no recibirlo a Él ni a sus seguidoras y seguidores.
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Dios no está contra la homosexualidad. Dios está contra la violencia sexual sea esta heterosexual u homosexual. En un artículo posterior voy a demostrar que los principales textos sobre los que se fundamenta el supuesto carácter pecaminoso de la homosexualidad, son en realidad textos que condenan la violencia sexual, la relación sexual no consentida impuesta por relaciones de poder y no de amor: contra ángeles, contra hombres, contra mujeres, contra menores de edad.
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II. Jesús y la homosexualidad:
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Tal como lo dije antes, la Biblia –y Jesús es parte de ella- no habla de la homosexualidad. En ninguno de los cuatro Evangelios podemos encontrar ninguna referencia a la homosexualidad. En cambio, sí encontramos muchos textos que nos alejan del concepto de “matrimonio heterosexual” o “familia heterosexual”: “ninguno que no deje padres, hermanos, esposa e hijos por seguirme es digno de ser discípulo mío…”. Y los envió en parejas de hombres, de dos en dos, a anunciar la Buena Noticia, y habló de “los que se hacen eunucos por el Reino de los Cielos”, y se hizo rodear y seguir por personas pertenecientes a minorías sexuales: solteros/as, viudas y prostitutas.
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¿Dejó Jesús algún mensaje para los homosexuales? ¡Claro que sí! Es el mismo mensaje que nos dejó a todas y a todos: ámense como Yo los he amado, hasta dar la vida; construyan comunidades solidarias, fraternales, sororiales, inclusivas, respétense unos a otros, unas a otras, despósense en el amor, en la ternura y en la fidelidad, sean santas y santos como Yo soy santo, no se apeguen a los bienes materiales, este es Mi cuerpo y sangre, que entrego por ustedes y por muchas y muchos, vayan, anuncien la Buena Noticia, y en el Juicio Final no les preguntaré si fueron heterosexuales u homosexuales, cristianos o musulmanes, sino si dieron de beber al sediento, de comer al hambriento, de vestir al desnudo, de liberar a los oprimidos…
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III. Jesús y la homofobia.
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Jesús, nuestro Hermano y Señor, nos enseñó a ser personas inclusivas, amorosas, perdonadoras. Sólo hubo dos tipos de persona a las que El puso barreras y trató con dureza: los mercaderes del Templo, es decir, quienes convierten la Casa de Dios en cueva de ladrones y contra los hipócritas que, aparentando ser personas íntegras y religiosas, se consideraban superiores a las demás y acusaban a los demás de “pecadores”. No, Jesús no podría estar a favor de la homofobia, de la intolerancia, del irrespeto a la diversidad. Obviamente, El tampoco habló de homofobia, pero su praxis fue inclusiva y se alejó de los esquemas patriarcales misóginos y homofóbicos de su época. Hoy, quienes nos decimos sus seguidores y seguidoras ¿lo estamos en verdad siguiendo?
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Termino con Sus palabras: “No juzguen, y no serán juzgados. Con la medida con que midan, así serán medidos.”
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¿Qué tal si nos arrollamos las mangas, vos y yo, y nos unimos a Jesús en la construcción de comunidades (en la iglesia, en el TEC, en la sociedad) en las que todas y todos, heterosexuales, gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, seamos y nos sintamos bienvenidos/as, aceptados/as y equitativamente tratados/as sin exclusiones ni discriminaciones?

8 comentarios:

Germán Hernández dijo...

Gracias Alex por compartir las valiosas palabras del gran amigo y poeta Carlos Bonilla, por quien sentimos tanto afecto y cariño.

Gracias también, por que este texto desmitificador y honesto, nos ayudará a romper los dogmas tanto de las jerarquías eclesiásticas, como los dogmas laícos que a veces sostenemos contra toda forma de religosidad.

Por eso es bueno, que contra toda forma de discriminación, también abandonemos la discriminición contra las personas cuyas creencias y religiosidad popular, está lejos de vivirse y sentirse de la manera en que las jerarquías y estructuras religiosas pretenden.

Igualmente, como teólogo que soy, y en mi trabajo cotidiano con organizaciones sindicales, hemos procurado la creación de comités de diversidad, como parte integral del trabajo sindical, y la consigna de luchar contra todas las formas de discriminación y acoso en el empleo, incluyendo la homofobia y la intolerancia hacia personas con distintan orientación e identidad sexual.

Con bellos textos como el de Bonilla, dignamente argumentados y llenos de amor, tenemos sin duda más herramientas para trabajar por sociedad más incluyentes y dignas.

Un abrazo y gracias nuevamente.

Soren Vargas dijo...

Gracias Alex por esta valiosa reflexión y a la vez cordial invitación. Realmente cualquier mensaje de odio no hubiera sido consecuente con el Jesús hitórico, o lo que conocemos de él a través de terceros, cuartos, sétimos y cola y resto.

Sin embargo el sustrato espiritual se mantiene.

Me llama mucho la atención el enfoque de Bonilla. Me recuerda mucho a las siempre recomendadas reflexiones de Franz Hinkelammert.

Para nosotros, los laicos, y los que creemos en ser consecuentes, no hay contradicción alguna entre la razón y el deseo. Entre el misterio del mundo y la felicidad.

Una brazo.

Gustavo Adolfo Chaves dijo...

Me complace mucho esta iniciativa y el apoyo público que ha generado (¡hasta una municipalidad!). La puritana Nueva Inglaterra ya es casi unánime respecto a la cuestión gay. Qué bonito sería que la achantada Costa Rica se pusiera por una vez a la vanguardia en estas cosas.

No deja de llamarme la atención, en mi calidad de no-creyente, la extraordinaria capacidad que tiene La Biblia para suplirnos con las más enrevesadas y contradictorias enseñanzas, y que aún así haya gente que siga considerándola revelación divina. Uno pensaría que Dios tendría más capacidad argumentativa que un estudiante de Generales. La reflexión de Bonilla sobre la palabra "homosexual" me hizo recordar el chiste del Papa que se muere y, al llegar al cielo, San Pedro lo deja ver la edición "original" de la Escrituras. El pobre Papa se cae de bruces al descubrir que la palabra era "celebre" y no "célibe".

Muy cordial la apertura de Bonilla, pero sigue tributando al origen de la intolerancia.

Anónimo dijo...

Más allá de las implicaciones teológicas o exegéticas del artículo, aquí solo cabe una cosa: apoyo total, solidario, fraterno. Un abrazo extendido, y la esperanza de que algún día la “erradicación” de la homofobia no sea un asunto de decretos, sino una realidad, un pilar de la dignidad humana.

Anónimo dijo...

Tavo, concuerdo con vos respecto al recurso bíblico, por eso mismo decía yo “más allá de asuntos teológicos y exegéticos”, precisamente porque desde esos puntos de vista habría mucho por comentar.

Gustavo Adolfo Chaves dijo...

Sí, es cierto. Aquí cabe más la alegría (gay-ness, indeed!) que la polémica. Deberíamos hacer un carnaval por medio Chepe en que los hombres vayamos vestidos de mujeres y las mujeres de hombres. Sólo para resaltar la artificiosidad identitaria de nuestros pre-conceptos. Salud y saludos.

CAQ dijo...

Gracias por publicar este texto de Carlitos Bonilla. Me deja con el deseo de conocer más del tema.

Abrazos

Carlos.

Alexánder Obando dijo...

Gracias a todos ustedes por sus comentarios.

Es cierto que la Biblia es a veces como aquél chiste popular de "No estoy en contra ni a favor sino todo lo contrario", y en eso se comporta como todos los documentos importantes de la humanidad: denso, ambiguo y siempre sorpresivo. En este último rubro yo agrgaría la exégesis de Carlitos Bonilla, es decir, aquellas interpretaciones de la Biblia que son "filogay" o "gay friendly" y que son muy poco conocidas porque suelen permanecer enterradas en medio de toneladas de ignorancia y odio.

Creo, ante todo, que estamos viviendo momentos claves de la sociedad costarricense respecto de la gente lgbt. En los últimos días lo ánimos andan caldeados en los blogs con opiniones a favor y en contra, y aunque no vislumbro un definitivo paso hacia adelante en los próximos meses, sí creo que la visibilización es clave para emprender cualquier lucha. De ahí dos "posts" seguidos sobre el mismo tema y la ilustración un poco "tacky" y agresiva del segundo "post".

No pasará mucho, creo, en las próximas semanas, pero también creo, que poco a poco se está gestando algo a mediano plazo. ¿Qué exactamente?, no sé. Pero sí sé que soplan vientos de cambio aunque lentos por el momento.

A todos, muchas gracias.