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miércoles, abril 30, 2008

LOS VAMPIROS: sin fecha de vencimiento


Se empezó a usar hace más o menos trescientos años en los Balcanes. Su origen es griego, pero todos creemos que es rumano. ¿De qué se trata? De una palabra. Una palabra que se constituye, como toda palabra, en los Legos, los ladrillitos que van construyendo el pensamiento hasta que ese mismo término ya no puede contener la reacción neuronal en cadena que él misma ha desatado.

Nuestra amiga está formada de la raíz griega nos(o)- (enfermedad, plaga) y la terminación phore o phoro, (portador, transmisor, quien lleva). Por tanto, nosophore es quien porta o transmite una enfermedad. Obviamente, su uso es un cultismo tipo latinazo, pero de alguna manera se escapó de los estudios y los laboratorios alquímicos de los sabios de la época y empezó a dar vueltas por Valaquia, Serbia, Croacia, Hungría y Transilvania. Durante estos viajes, a veces a pie, a veces en la sangre, la piel o el aliento de un huésped, se fue transformando hasta que las lenguas eslavas le cambiaron el modo de andar. La coqueta se puso el nombre de Nosufur atu (probablemente para sonar a nombre de princesa egipcia) y finalmente llegó a la madurez como NOSFERATU, una palabra que ningún idioma reconoce como suya, pero que todos usan.

El pueblo se servía y se sigue sirviendo de ella para definir a cualquier portador de plagas, incluso los vampiros, ya que, más que un miembro de la nobleza, de conversación elegante, mirada hipnótica y capa negra, el nosferatu del pueblo era cualquier hediondo (dicho literalmente) que había muerto pero seguía infestando a los vivos. Así, nosferatus eran los vampiros, los tisícos, los hepatíticos, los rabiosos, los leprosos, los gonorreicos, los engripados, los sifilíticos, y todos aquellos que transmitieran enfermedades sin saberse cómo ocurría.

La entrada de la palabra en la elegante sociedad de la Europa occidental se dio (según The Vampire Book [1]) en tres etapas. Primero una dama de nombre Emily Gerald publicó sus andanzas por la Europa “salvaje” con el bello título de The Land Beyond the Forest, (1885) y dijo que los campesinos rumanos no podían hablar sin decir “nosferatu” más o menos cada tres o cuatro oraciones [2]. Segundo, Bram Stoker se alimentó mucho del libro de Gerald y también usó el terminito, aunque no abusó de él. Pero quien sí lo usó decisivamente fue una película alemana de 1922 llamada Nosferatu, una sinfonía de terror. Este título se usó para evadir problemas de copyright con la viuda de Bram Stoker, pero el asunto no les salió bien. La señora Stoker impuso una demanda, la ganó y la película se transformó en un murciélaguito asustado. No fue presentada al público sino hasta 50 años después. Pero lo que sí fue un éxito rotundo fue la palabra. Desde entonces nosferatu significa vampiro y nadie lo pone en duda.

Sin embargo, hay una gran ironía en todo esto. Aunque Emily Gerald no mintió al decir que los rumanos usaban el término constantemente, se equivocó, como ya vimos, al asumir que era parte oficial de la lengua rumana. El afianzamiento del error lo podemos encontrar quizás en la naturaleza de las lenguas latinas, de la que el rumano es parte. Tan latino es este idioma que la palabra española “casa” en rumano se dice “casa”; “cinema” se dice “cinema”, y así sucesivamente; mientras que los pronombres “tu”, “noi” y “voi” se dicen igual tanto en rumano como en italiano. Y obviando la tilde, nos encontramos que “tu” es lo mismo en español, italiano, rumano, portugués y francés, como lo fue en latín, la lengua madre.

Debido a estas semejanzas en vocabulario, no nos ha sido difícil caer en el error de creer que “no-sferatu” sea una palabra latina. Nos recuerda a no expirado en español, non spirato en italiano y non expiré en lengua francesa. De hecho, en la pésima pero simpática película italiana Nosferatu a Venezia, de Augusto Caminito, se trata de horrorizar al espectador ―ya sin éxito alguno― usando tanto las particularidades faciales de Klaus Kinski como el nombre nosferatu, explicando falsamente que este último significa non spirato.

Ya ninguno de los dos produce insomnio: ni la cara de Kinski ni la palabra nosferatu. Pero debemos confesar, sin embargo, que hay una diferencia clave entre ambos. Mientras Kinski sale de la escena vampírica y deja a su hermosa hija como relevo, la palabra nosferatu toma un cariz de contracultura y de erotismo un tanto “heavy”. El nosferatu ya no solo mata con los incisivos. Ahora lo hace también con objetos punzocortantes y con una vocación sadomasoquista muy pertinaz. Además ―nuevo elemento vital― usa drogas de todo tipo, y se envuelve en un desenfreno musical más penetrante que los viejos colmillos de Bela Lugosi o Christopher Lee. De hecho, el nuevo nosferatu solo se distingue del violentísimo hombre lobo en que el licántropo solo descuartiza, mientras el nosferatu también tortura psicológicamente y se emborracha a punta de coctelitos de sangre. Sin embargo, y a pesar nuestro, hemos caído en una contradicción obvia: Puesto que el hombre lobo también transmite su “enfermedad” con solo morder a su víctima, etimológicamente resulta ser otra variedad de nosferatu.

Pero volvamos al nosferatu-vampiro.

Lestat, de Anne Rice es un nosferatu. Nothing y Zillah de Poppy Z. Brite son nosferatus. Todo en torno a sus vidas deviene en sangre, sexo (mejor dicho, plurisexualidad) drogas, incesto, satanismo y rock ´n roll. El nosferatu, entonces, es un tipo o una femme fatal que está muy al día en sus actividades. Diríamos, un nuevo tipo de Dionisos.

Pero todo símbolo glorioso termina por desgastarse. Porque un perro con sarna es técnicamente un nosferatu. Una vaca con el mal de las vacas locas es técnicamente una nosferatu. Y hasta un chompipe con la gripe aviaria puede ser un nosferatu.

Lo único que nos queda es refugiarnos en la casi-muerte del anonimato para seguir siendo un vampiro de verdad.

Por cierto, ¿por qué los anglosajones no utilizan el término non-expired? Porque esa forma, de origen franco-latina, en inglés suena a contrato comercial o, peor aún, a algo que se encuentra en el estante de un supermercado. Dichosamente para ellos, todavía cuentan también con sus antiguas formas germánicas, y pueden decir undead. Sería una auténtica pesadilla para cualquier escritor de lengua inglesa tener que decir algo como: The victim was brutally attacked by a "non-expired".

Eso solo le podría gustar a alguien como Steven Spielberg.


Alexánder Obando
San Juan del Murciélago,
30 de abril de 2008.

[1] Subtitulado The Encyclopedia of the Undead, mostrando a claras luces lo pegajosa que es la palabrita. ( J. Gordon Melton. Visible Ink Press, Detroit, EE.UU., 1994).
[2] Hemos consultado cuatro diccionarios de la lengua española, un de griego-inglés, uno de francés-español, tres de italiano-español y el sitio web http://www.dictionary.4romania.com/, y en ninguno aparece la palabra nosferatu.