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jueves, julio 28, 2011

VARIACIONES SOBRE UNA LECTURA


Variaciones sobre una ficción, de Germán Hernández, salió de las prensas este año pasado con muy poco respaldo mediático. ¿La razón?: "Guega" Hernández no ha publicado nada anteriormente (pese a tener 37 años) por lo que no es un nombre conocido en el medio literario; a household name, como dirían los anglosajones.

Y bueno, tampoco ha sido parte de sonados eventos políticos o intelectuales en nuestro país. No ha sido embajador de Costa Rica en países europeos o en organismos internacionales, por lo que no ha logrado los enlaces, las conexiones, las "patas" y las relaciones que sí han logrado los que escriben y han ostentado alguno de esos cargos. (Con la siempre honrosa excepción de doña Carmen Naranjo).

Y pese a ello, Germán es sindicalista... y teólogo... y economista. Y además es poeta y narrador. Es decir, no tiene que recorrer el mundo con Las botas de las siete leguas para convertirse en un tipo culto, entrenado e intelectualmente sobrio, con la obvia ventaja, como es de esperarse, que todo esto influye poderosamente en su narrativa.

Es un hombre entregado a su oficio de artista en los breves momentos de ocio que sus múltiples actividades le permiten. (Ya sé, frase cliché, pero muy cierta).
 
Lo visité una vez en 1997 y mi anfitrión me enseñó el germen de lo que sería este cuentario. En ese momento me pareció más una novela experimental que una colección de cuentos; un trabajo lleno de muchos aciertos pero bastante mal escrito. Sin embargo, Guega es un hombre prudente. No cede a la tentación de publicar un típico batiburrillo de inmadurez juvenil y a la vuelta de 13 años tengo en mis manos un libro muy sólido, muy bien escrito y bastante arriesgado por demás.

Presentación de Variaciones para una ficción en el Instituto Cultural de México. De izquierda a derecha, Warren Ulloa, Germán Hernández y Santiago Porras.

El colega narrador Warren Ulloa afirma no gustarle mucho la segunda parte del libro: "en esa tendencia de renovación, de experimentación, de búsqueda del delito como Maigret, este libro pierde potencia e ingresa en arenas movedizas". Curiosamente soy de pensar totalmente opuesto al de mi amigo Ulloa. Es en la segunda parte donde el libro efectivamente toma riesgos, y resultan ser riesgos valiosos. Bajo el tenue encubrimiento nomenclatural de la ópera se despliega una obra paralela que es ópera, narración y trama, todo a la misma vez. Los textos de enumeraciones devienen entonces en letanías arquetípicas que si bien no son parte de la fábula propiamente dicha, sí ayudan a decorar el entorno con el contexto físico del caso, es decir, estos "cuentos" extraños hacen de utilería y tramoya para los relatos en torno a ellos. Ingenioso modo de cargar el ambiente con la parafernalia requerida para una verdadera puesta en escena.

También debo mencionar la redundancia de títulos y subtítulos, o al menos la parodia y el parafraseo de los mismos. Este recurso le termina dando a toda la sección la unidad que otros le podrían estar reclamando por medio de la fábula. Sí, claro, es un albur, un riesgo premeditado (a lo largo de muchos años) pero cumple el cometido que siempre debe cumplir la experimentación en el arte literario: ampliar las fronteras del lenguaje y los significados más allá de donde han sido llevados por los convencionalismos al uso. Y es aquí donde vale la pena recordar que la literatura es un río y no un estanque. Siempre está en movimiento y aunque se pueda devolver (como cierto tributario del Amazonas) nunca se detendrá del todo. Digo, si es que no estamos hablando de la literatura de don Jacques Sagot o de algún otro respetable foslilizado.

 
Germán Hernández en una noche de tertulia.

En lo que sí estamos de acuerdo los presentadores Warren Ulloa, Santiago Porras y quien escribe es que con Variaciones para una ficción se hace una importante contribución a la narrativa joven de Costa Rica. (Dentro de los cánones internacionales, nadie en literatura deja de ser "joven" hasta después de los cuarenta años). Así pues, es poco relevante que al lector Warren Ulloa le gustara más la primera parte o que al lector Alexánder Obando le gustara más la segunda parte, cuando lo que está en juego es la totalidad del texto. Sí, es un texto bueno y vale la pena leerlo. Pero es un libro para gente que quiere leer para vivir un buen rato y no para matar el tiempo. La literatura que solo "mata tiempo" usualmente también mata los cerebros de sus lectores. O como dijera en su intervención Santiago Porras: No creo que [...] los aficionados a las frivolidades estén interesados en leer escritos como los de Germán Hernández, ¡qué pena por ellos, se pierden a un autor que los desnuda!

Alexánder Obando
Canícula del 2011.

martes, julio 26, 2011

VINO LA MUERTE Y YO ACCIDENTALMENTE DEJÉ ESTOS POEMAS


Desde el año 1995 tomo medicamentos extraños recomendados por mis médicos. A veces pierdo el hilo de los eventos y de repente me enuentro más atrás o más adelante. A veces despierto en lugares extraños con un extraño al lado (I wish!). A veces, simplemente, olvido un generoso comentario sobre algo que yo he escrito. Este es uno de esos casos: G. A. Chaves hace un comentario sobre mi poemario Ángeles para suicidas en su blog Café Verlaine. Luego yo lo leo, lo agradezco y el medicamento, o las circunstancias, me hacen olvidarlo por un tiempo.

Aquí trato, entonces, de obviar ese impasse de olvido y lo cuelgo como si se hubiera dicho ayer.

Gracias, Tavo.


VENDRÁ LA MUERTE Y DEJARÁ ESTOS POEMAS

NOTA BENE: Esta reseña fue escrita en julio del 2010 e iba a aparecer originalmente en un dossier dedicado a la obra de Alexánder Obando en la revista Pezón. Por algunas circunstancias ese número no pudo salir, y decidí sacar la reseña por mi cuenta tras haber acordado con Juan Hernández (editor de Pezón) que escribiría algo más fresco para su revista cuando se diera la ocasión. El pasado lunes por la mañana publiqué este texto aquí en Café Verlaine y hasta puse un anuncio en Facebook. Justo después de hacer esto último me di cuenta de que Alexánder Obando había escrito algo en su blog esa misma mañana sobre mi libro Vida ajena, y entonces todo pareció ridículamente orquestado y bombeta. El pudor me obligó a sacar este texto de circulación. Esta mañana, sin embargo, el Ministerio de Cultura anunció la concesión del Premio Nacional de Poesía Aquileo J. Echeverría a Ángeles para suicidas, el poemario de Alexánder Obando que esta entrada reseña. Es una noticia que me alegra mucho porque, además de reconocer en concreto el trabajo poético de Obando, este premio simboliza un acto de justicia elemental hacia uno de los referentes más importantes de la literatura costarricense contemporánea. Y el Premio Aquileo J. Echeverría, famoso por sus criterios antojadizos y su defensa acérrima de un estereotipo (que no una idea) de lo que es la poesía, ha dado un paso importantísimo para recuperar su honor al poner su nombre al lado del de Alexánder Obando. Digámoslo nosotros para evitarle a Obando la altanería: si alguien ha ganado hoy un premio, ese alguien es el Ministerio de Cultura al reconocer la obra literaria de Obando. Obando, si acaso, se ha ganado una plata. Y ahora todo, incluyendo mi propio rubor por la coincidencia de reseñas entre Obando y yo esta semana, pasa a un muy tercer o cuarto plano. Así las cosas: ¡Felicidades, Álex! Y felicidades para todos nosotros, porque ya se van abriendo las compuertas...

La fama de Alexánder Obando como poeta es antigua y precede a la de novelista. Algunos poemas suyos desperdigados aquí y allá, y un legendario libro premiado y nunca publicado, Hotel de puertas amarillas, habían convertido esa fama en una especie de leyenda. Y luego el éxito de sus titánicas novelas terminó por opacar de algún modo la existencia de su faceta poética, hasta que el año pasado Arboleda Ediciones publicó Ángeles para suicidas.

En su prólogo al libro, Mauricio Molina considera “vergonzosa” la espera que han tenido que sufrir los poemas de Obando para ser editados. Pero yo no estoy tan seguro de que este atraso amerite lamentos. A fin de cuentas, el único que sufrió fue Obando, quien tuvo que esperar más años de la cuenta para “graduarse” como escritor con un libro publicado.

Pero eso son vanidades personales que en nada afectan al mundo. La larga destilación de estos poemas ha beneficiado a Obando como autor, a su libro como proyecto, y a nosotros como lectores.

No creo apresurarme al decir que el tono de Ángeles para suicidas es elegíaco desde su título. Se trata de una crónica póstuma. Todo lo que toca el lápiz poético de Obando se convierte en pasado, en memoria. Obando escribe en y para el después con una brújula sentimental bien calibrada. Sus poemas son “un baile deshaciendo los pasos hechos; / una forma de viajar hacia atrás”, como dice en el poema “Contradanza”. Por eso, el accidente editorial de que estos poemas lleguen a nosotros con tanto atraso sólo los hace más urgentes, más sugestivos y más memorables.

Ángeles para suicidas es un libro religioso. Estoy consciente, por supuesto, de que esta afirmación parece una afrenta. Pero “religión” es pariente del latinajo religare (volver a atar; ceñir más estrechamente), y si hay un método, un orden o un sentido en la escritura de Alexánder Obando, lo mismo en sus novelas que en su poesía, tiene que ser el de la conexión; o, aún mejor, la vinculación. Las cosas, en el pensamiento religioso, tienen que ver unas con otras, se provocan y se afectan, se anuncian. A eso aludía Eliot cuando llamó “mítico” al método de escritura del Ulises de Joyce. En Joyce se trata de sentidos paralelos entre el pasado y el presente. En Ángeles para suicidas, se trata también de paralelos entre lenguas y voces, y sobre todo entre presencias y ausencias:
Y así las noches,
bajo las palmeras en el parque
de Heredia, nos hacían pensar
en Colombia y su gente,
en la ciudad de Cartagena
con sus trescientos años de fortificaciones.
Nos hubiera gustado caminar por sus calles
de balcones y plazas,
imaginando tal vez
               como sería
la ciudad de Heredia
               / y sus noches
                    / y palmeras.

En alguna página de El más violento paraíso se lee: “Evans de repente sintió una extraña nostalgia. Se miró de pie junto a sus tablillas y se imaginó ser parte de una raza gris que de ver tanto, había perdido la capacidad de ver, de asombrarse ante lo religioso de la vida. Pero este fue un pensamiento en medio de la incipiente confusión.” Uno termina de leer los poemas de Ángeles para suicidas asumiendo como propias esas palabras.

La religión es la más antigua y persistente forma de pensamiento en medio de la incipiente confusión del mundo. Lo que ha hecho Alexánder Obando en Ángeles para suicidas es religar, volver a atar, las confusas nostalgias de muchos años, y les ha dado orden con la música de muchas épocas, la poesía de mucho siglos, la perspectiva de muchas edades, las sensaciones de muchos días. Da la impresión de que Obando escribió estos textos como una banda sonora de su vida; pero fue el Tiempo en que no los tuvimos el que los convirtió en poemas.

No tiene sentido preguntar si Alexánder Obando es un novelista que escribe poemas o un poeta que escribe novelas, porque al fin y al cabo siempre tendremos que lidiar solos con sus novelas tan evocadoras como poemas y con sus poemas tan narrativos como novelas. El poema “Cartagena con retrato”, del cual ya cité arriba los versos finales, es una novela en dos páginas, igual que aquel otro de Jaime Gil de Biedma, en quien mucho pensé al leer Ángeles para suicidas, llamado “La novela de un joven pobre”.

El sentido de cualquier vinculación, de cualquier método mítico, es rebasar los límites de la forma, ir más allá de lo que se es para intentar al menos vislumbrar lo que se puede ser. Y esa aspiración, tan presente en Ángeles para suicidas, es esencialmente religiosa. En términos más humanos, la vinculación a la que aspira Obando es su ética de la amistad. ¿A qué si no tantos poemas sobre amantes, sobre amigos, sobre personajes reales o inventados, sobre poetas y artistas siempre a flor de boca porque a veces son el único remedio para días solos? “Vivir solo”, por mucho uno de los poemas más conmovedores de toda la literatura de por aquí, es el que mejor expresa esta necesidad y anhelo de comunión (otra linda palabra manchada de religión):
Vivir solo es pues,
pasarse las noches
miserablemente agarrado a las barras
de este zepelín silencioso,
esperando distinguir algún conocido
entre esa masa que ya no se acuerda
de vos.
Los primeros poemas del libro son bastante descriptivos. No tanto narrativos, como lo son algunos que aparecen luego. Más bien, se trata de ejercicios imagenistas; momentos de los cuales sólo unas breves imágenes perduran. Es muy poco lo que sucede en estos poemas. Más bien, todo queda en imágenes-sensaciones: “un cielo tocable y manoseado”, “piernas, llenas de arena”, “La luz de las 5 y media / desvanece la calle”, “custodiado (…) / por las suaves caricias de los gatos”. Sin embargo, la sensación más abarcadora de los poemas iniciales de Ángeles para suicidas es la transitoriedad. Todo se siente pasajero o detenido en un tiempo caduco. También en las secciones “Amantes famosos” y “Amantes famosas” hay una fuerte sensación a juventud que se agota, lo cual, insisto, le da al libro un profundo tono elegíaco.

Pero no es sino hasta que llegamos a los dos poemas de la sección “Las ciudades invisibles” que percibimos lamentaciones como las que, a pesar de lo elegíaco, están rampantemente ausentes en los poemas anteriores. Hasta ese punto, la nostalgia es una reacción posible ante el libro, pero puede más la calma que el tiempo le añade a lo escrito. Uno no puede leer estos poemas iniciales del tiempo perdido y la piel gastada sin admitir cierto placer por el hecho mismo de que estas cosas hayan pasado, tanto en sentido cronológico como en sentido existencial. Hay adioses, sí; pero no lamentos. Hasta ese momento, los poemas de Alexánder Obando son elegías truncadas por el hecho feliz de que seguimos vivos.

Con todo, también hay en Ángeles para suicidas una nocturnidad agobiante. No todo es carpe diem. También hay que sobrevivir a las noches. Dice Obando que él está familiarizado con la noche, y poemas como “Los Ángeles” (“Así es como termina el mundo / no con un grito / sino un lamento.”) dan cuenta de ello. El cambio de tono se consolida con la sección “El mar llamado Solaris” (“La gente no se muere. El sol, lentamente, los va desmoronando.”). Para cuando llegamos a la sección “Alucinar en lenguas”, ya hemos pasado por tal despedazamiento verbal (el poema “Solaris”) que estamos listos, formalmente hablando, para lo que sea. Y lo que viene es más bien la restitución del tono entrañable de los poemas iniciales del libro, esta vez en español, inglés e italiano.

Dentro de esta estrategia de vinculación que he tratado de describir, los poemas en inglés de Obando son un momento de breve dispersión o de elevación desde el cual se contempla el camino andado. El más significativo de estos poemas, “Caliban’s Lot”, termina así: “The answer lies in a book of blank verse (…) / One that can only offer the clarity and vision / Of a severed head, / As it may construct the skies around its aging eyes.” (La respuesta está en un libro en verso blanco (…) / Que sólo ofrece la claridad y visión / De una cabeza cortada, / Que pudiera construir los cielos alrededor de sus ojos que envejecen.)

Creo que esta imagen de los ojos que envejecen mientras construyen el cielo a su alrededor es la imagen central de Ángeles para suicidas. Páginas después de este poema aprendemos que morir es dejar de ver, al menos con los ojos con los que hemos vivido: Verrà la morte e avrà i tuoi occhi. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

Todo esto da la impresión de una orquestación muy calculada. De hecho, Ángeles para suicidas termina con poemas musicales, incluso uno que es una letanía. Un responso, una kaddish por nosotros y nuestros delirios. Vinculación, orquestación o, como diría Italo Calvino, multiplicidad. Lo cierto es que es una suerte que estos poemas hayan aparecido tan tarde. Es más, vale la pena leerlos una vez y guardarlos bien para más luego. Siempre se corre el riesgo, con estos poemas angélicos, de estar nosotros demasiado vivos para entender sus suicidios entrañables.

Heredia. Julio del 2010 a enero del 2011.

Foto del autor: Guillermo Barquero. Ediciones Lanzallamas.

lunes, julio 18, 2011

MUSEO DE MIS AMORES

El LACMA (Los Angeles County Museum of Art) tal cual luce hoy.

Al cumplir años esta semana, me preguntó mi sobrina a dónde me gustaría ir. Sin pensarlo dos veces dije el LACMA, el museo que he visitado varias veces en mi vida y al que he visto crecer conforme pasan los años.


Homenaje al alumbrado público de la ciudad de Los Ángeles durante el siglo XX, titulado Urban Lights. Está hecho con los diversos tipos de alumbrado público de la ciudad, varios de ellos aún en vigencia. (Entrada principal del LACMA). (Gracias por la aclaración del título a Bernie).

Fundado en 1910, el LACMA estuvo en Exposition Park (donde se encuentra el Coliseo de Los Ángeles) hasta 1961. A partir de entonces tiene su nueva sede sobre las calles Wilshire y Fairfax, más o menos a cuatro kilómetros de Midcity, la zona de mi niñez. Con un total de siete edificios en funcionamiento y dos en construcción, el LACMA es el museo más grande del oeste del continente norteamericano. Mucho de ello, claro, se debe a la riqueza material de la ciudad de Los Ángeles.

Mi sobrina Katherine y su esposo Art acercándose al museo por la calle Orange Grove.

Cuando llegué al museo por primera vez en mi vida, era el fin de los años 60; el movimiento hippy rugía en las calles de la ciudad, el museo constaba solamente de dos edificios, y yo usaba anteojos de pasta gruesa marca nerdo. Pese a mi interés, comprendí muy poco de aquella fabulosa colección.

La nueva fachada egipcia (años 80).

La fachada de templo egipcio del museo fue agregada en los años ochenta. A mí eso me enojó mucho porque tapó la antigua fachada futurista. Si alguno de usted ha visto la película Conquest of The Planet of The Apes / Conquista del planeta de los simios (1972) entonces ha vista la vieja fachada del museo. Pero bueno, era parte de un gran proyecto de ampliación que ha ido dando sus frutos.

La antigua fachada usada para que Roddy McDowell y otros hicieran monerías al mejor estilo de los militares hondureños.

Una escena de Conquest of The planet of The Apes, 1972.

Mi segunda visita al museo fue en el año 1980. esta fue la más fructífera de todas. Fui con un grupo de amigos turistas con quienes tuve que hacer de guía explicándoles diversas cosas. El más beneficiado, como todo docente sabe, fui yo mismo al tener que leer etiquetas y mapas por montones. Esa vez conocí cosas que se me quedarían en la mente para siempre: un centauro de madera de Picasso, un Shiva Nataraya hindú y varios paneles de piedra del palacio de Asurbanipal en Nimur.

Por fin de vuelta, después muchos años.

La tercera vez fue en 1997. Para ese entonces, el museo ya llevaba cuatro o cinco edificios y cada vez se expandía más. La visita fue corta porque mi hermano no podía caminar mucho. Pero aun así, como siempre, el museo fue todo un placer.

Amistades y familiares de otros tiempos en que todos éramos más bajitos.

Marduk Glorioso dirigiendo los ejércitos de Asiria. El bloque tallado es de aproximadamente tres metros y medio de alto. (Si usted lee asirio-babilonio puede hacer clic en las imágenes para ver el texto ☻. Pero si no lee lenguas antiguas, haga lo mismo que yo: simplemente amplíe la imagen y disfrute de la estética del cuneiforme).

La primera vez que vi estos gigantescos bloques tallados no pude dormir durante varias noches; no por miedo sino por el asombro.

Puerta de hierro con baño en oro. Kiev, Ucrania, s XIX. 

Un saludo a Rembrandt, pero lamentablemente no recuerdo el nombre del caballero en el cuadro.

Lo mismo: recuerdo a Guido Reni pero no el nombre del cuadro. (Obviamente los siglos XV a XIX no son mis predilectos en el arte occidental).

Dionisos pateándole el culo a la fratricida Ariadna. Ahora lo que no recuerdo es al pintor.

¿Qué es un museo sin un nenúfar de Monet?

"Gordo más grande vale por dos". El Balzac chingo de Rodin y el Obando vestido de mi mama.

Las estatuillas de Giacometti, una imagen recurrente en mi literatura.

Eso es lo que he tratado de decirle a mis amigos a lo largo de este viaje en el arte. Mucho de lo que aparece en El más violento paraíso, ya sea como imagen o como tema, tuvo su origen en dos fuentes fundamentales. 1. La Catedral de Santa Sofía (copia en miniatura de Hagia Sophia) sede de la Iglesia Ortodoxa de los Ángeles, ubicada exactamente frente a la escuela católica donde me eduqué y 2. La visitas recurrentes al LACMA. Nada es gratuito. Todo lo que vamos a crear ya está en el fondo de nuestra psique y nuestras experiencias vitales. Solo hay que traerlo a la superficie y agrgarle detalles contemporanizadores.

Pero sigamos con el paseo.

El arte del siglo XX me llega mucho más que el de otros períodos.

Anduve buscando un bello Pollock que recuerdo muy bien, pero lo que me emcontré fue un Motherwell. (Luego recordé que el Pollock está en Cincinnati, donde lo más seguro nunca lo volveré a ver).

¿Alguien quiere jugar "pool"?

Cold Shoulder de Roy Lichtenstein.

Centauro de Picasso. (En 1980 esta escultura en madera estaba en uno de los balcones a los que ya no hay acceso. Con mi habitual impericia visual me tropecé con el bicho, que yo creí era un poco de basura. Recuerdo accidentalmente haberle torcido un poco una pata, pero ahora no se nota. Tampoco sé si jamás se dieron cuenta ☺).

Mujer con estola azul, Picasso, de su periodo rosa.

Esto no es una pipa.

Este no es un gordo.

El Libertador de Magritte.

Ives Tanguy. Recuerdo que es el pintor surrealista predilecto de mi amigo Mauricio Molina. (Gracias, Otralola, por detectar el "dedazo" mental).

Ilustración original para los afiches publicitarios de "M", filme de Fritz Lang.

Cuando un Miró parece un Pokemón.

Picasso, uno de sus rostros en busca de la cuarta dimensión (el de la derecha).

Suena cursi decirlo, pero cómo me gustaría que pudieran ver conmigo este museo una y otra vez. De eso se tratan coger y soñar: de repetir la misma experiencia placentera una y otra vez.


Apéndice

Catedral de Santa Sofía, Los Ángeles, sede de la Iglesia Ortodoxa local. La cúpula es una copia en miniatura de la de Hagia Sophia en Estambul. Esta iglesia se localiza exactamente a dos cuadras y media de mi primer domicilio en Los Ángeles. De niño, siempre me impresionó este edificio, no solo por su imponente despliegue arquitectóncico sino además porque para nosotros era una especie de "culto misterioso" eso de ser cristiano pero no católico. Y como si fuera poco, todo el edificio estaba rodeado de frondosos y bellos laureles que algún patriarca criminal eventualemente mandó a cortar. 

 
Frente de la Catedral de Santa Sofía. El pequeño edificio que se ve a la extrema derecha del cuadro es la Saint Thomas The Apostle School, la segunda escuela-colegio a la que asistí en Los Ángeles.

Dedicado en 1952, este templo es otro bello recuerdo de mi niñez.

Hasta la próxima.

jueves, julio 07, 2011

JESUCRISTO Y GUSTAV MAHLER CACHETE A CACHETE.

 Mahler en 1909, dos años antes de morir.

Hoy jueves 7 de julio se cumplen los 151 años del nacimiento de Gustav Mahler, dios entre los dioses de las artes.

Yo lo conocí en 1979, mientras convalecía de una operación de la vista. No pudiendo hacer otra cosa más que escuchar radio, me tragaba toda la programación de Radio UCR que no era ni mejor ni peor que la de hoy, solo diferente.

Por esos días, un grupo de jóvenes afiebrados estaban descubriendo a Gustav Mahler a través de los contactos de la radioemisora. Fernando Revillat, Néstor Flores Soza y Reinaldo Valldeperas son nombres que aún asocio a ese primer movimineto mahleriano en Costa Rica. Estaban fuera de sí de la alegría y programaban al maestro toda vez que les fuera posible. En una de tantas salió al aire El titán (la 1era sinfonía) y yo quedé suspendido como en una nube de algo indescribtible: fantasía, sueños, el color azul, magia y leyendas ancestrales en los primitivos bosques de la antigüedad. 

A partir de ese día me sentí el hombre más feliz del mundo: había encontrado una religión completamente humana y humanizante; una que me daba éxtasis de placer sin pedirme a cambio que rezara todo el día o que odiara la forma en que otros rezan y -mucho más importante- que nunca tuviera que condonar el asesinato de otros para promover los intereses de un "dios". No había diezmos, ni obispos, ni cuaresmas ni yijads, ni fatwas ni haraams, ni penitencias ni impurezas ni pecados ni abominaciones, ni siquiera cilicios pare después del éxtasis con La Tercera o La Quinta de Gustav. Era tan solo la religión del destino trágico del hombre... convertido en magistrales sinfonías; Sófocles, Shakespeare y Tolstoi hechos gigantescas densidades musicales.

El fragmento que aquí les incluyo es el inicio de la  Tercera Sinfonía; una impresionante obra dedicada... a quién más sino a Dionisos, en su papel de dios de lo vegetal, padre de la vid, de las drogas, del gozo y de la muerte. Los oscuros acordes que oirán no son pues Las estaciones de Vivaldi, todo caramelo y cereza, sino los oscuros pasos del Nyktelios, el que lleva la mirada de Pan en sus ojos, en su mirada color púrpura, y entonces no queda  más que recordar que dicha mirada es la que genera pán-ico en los hombres, pues Pan, es la esencia y terror de los bosques antiguos donde habitaban los dioses.

Aquí el inicio de La Tercera Sinfonía, donde destacan esos pasos oscuros y ominosos que da el semidios Pan ("El flautista a las puertas del amanecer") hacia el renacimiento pos invernal. Mahler titula este primer movimiento: Pan despierta: comienza la marcha hacia el verano. Pero es un mundo de fuerzas vitales en titánica juxtaposición; es la raíz partiendo la roca para injertarse en el suelo; la fuerza del agua demoliendo montañas, y el aleteo de aves multicolores recorriendo la campiña  Y es que en Mahler, al igual que en Dionisos, la esencia es siempre la paradoja.


 Y POR ÚLTIMO EL CACHETEO CRISTO/MAHLER, EL ENCONTRONAZO DE DOS CULTURAS MÁS ALLA DE OLDEMARSH DE TIERRABLANCA

1. Judío (en apariencia) que terminó siendo considerado no judío. Jesús = sí. Mahler = ?.
2. Victimizado por su padre (verdadero). Jesús = sí. Mahler = sí.
3. Rechazado y ostigado por las autoridades de su época. Jesús = sí. Mahler = sí.
4. Olvidado casi inmediatamente después de su muerte hasta que se reconocen sus méritos/enseñanzas 40 años después. Jesús  = sí. Mahler  = sí.
5. Durante los 40 años de relativa oscuridad tuvo un epígono quien luchó por difundir su nombre. Jesús = sí. (Pablo de Tarso). Mahler = sí. (Bruno Walter).
6. Se autoproclama hijo de Dios. Jesús = sí. Mahler = no.
7. Ataca a la clase comerciante de su tiempo. Jesús = sí. Mahler = no.
8. Se casa con la mujer más bella de su ciudad. Jesús = no. Mahler = sí.
9. Es hijo de un judío. Jesús = no*. Mahler = sí.  *(A no ser que Dios sea específicamente judío).
10. Se le conocen aventurillas discretas que apuntan hacia una inclinación pederástica Jesús = sí. (El apostol "bienamado").  Mahler = sí. (Hans Rott).
11. El actor porno británico Robert Powell llegó a interpretar a este dios en el cine. Jesús = sí. Mahler = sí.
12. Fans enfurecidos han matado en su nombre. Jesús = sí. Mahler = ?.
13. Fue víctima de persecusión religiosa. Jesús = sí. Mahler = sí.
14. Ha prometido/amenazado con regresar. Jesús = sí. Mahler = no.
15. Afirmó que solo sería bien comprendido en el futuro. Jesús = no. Mahler = sí.
16. Nos legó once celestiales sinfonías para esperar mientras el otro vuelve. Jesús = No. Mahler = sí.
17. Condenaba al fuego eterno a quien prefiriera otro dios; Belcebú o Beethoven, por ejemplo. Jesús = sí. Mahler = no.
18. Se cambió de religión para tener trabajo garantizado. Jesús = sí. Mahler = sí.
19. Se suicida en una ejemplar movida publicitaria no igualada desde el caso Sócrates cuatro siglos atrás. Jesús = sí. Mahler = no.
20. Le pagamos impusetos a sus promotores a lo largo y ancho de todo el planeta. Jesús = sí. Mahler = no.
21. Cuando era joven, le hice el amor al muchacho más bello del mundo mientras escuchaba su música/mensaje. Jesús = no. Mahler = sí.
22. Me convertí a su culto sin que nadie me prometiera "salvación eterna". Jesús = no. Mahler = sí.
23. Sus seguidores están obsesionados con mi orientación sexual. Jesús = sí. Mahler = no.
24. Sus seguidores han institucionaliado la tortura para los disidentes ateos/herejes/wagnerianos/debussianos. Jesús = sí. Mahler = no.
25. El cine sobre este dios ha llegado a un extremo de 90 minutos de gore dentro de un total de 106 minutos de cinta. Jesús = sí. (The Passion of the Christ). Mahler = no. (Mahler).
26. Su mensaje se escucha de rodillas. Jesús = sí. Mahler = no.

Me quedo con Gustav Mahler. 

Si usted es mahleriano, mi querido amigo, comparta su testimonio, ajem, digo... vivencias con nosotros.


domingo, julio 03, 2011

BAJO LA LLUVIA DIOS NO EXISTE


El artesano, por IMustBeDead

Warren Ulloa ha terminado de escribir su primera novela, Bajo la lluvia dios no existe. Y es una novela desgarrada y desgarradora; llena de violencia y de tumultuosos cambios en el paisaje emocional de sus protagonistas. El texto es, por tanto, ulloaniano en más de un sentido.

Comienza con la repentina epifanía de María Belén Bracamontes en la prosaica vida de Bernal Prado, un adolescente pipi cuya preocupación más devastadora en la vida es cuántas espinillas se podrá reventar el día de hoy.

Pero María Belén -o Mabe para sus amigos- es diferente: Transgresora y culta, violenta y educada, narca y poeta... Esta hermosa versión adolescente de "Patty-Hearst-meets-Madonna" entra en la vida del mediocre Bernal y destruye toda noción de vida común y corriente que le pueda quedar al joven enamorado.

Entre coitos, house parties, viajes alucinógenos, recogidas y distribuciones de hongos, fiestas cuyo propósito parece ser la ostentación de las clases altas y diversos viajes locos e iniciáticos aquí y allá, Mabe y Bernal van cimentando su relación mientras deben sortear el aterrador mundo de los adultos. Mundo que los agrede a partir de los monstruos de veinte y tantos años como Ratatás, cuyo apodo, más que jitanjáfora inocente, se despliega como semi-tautología de su condición sub-humana; una suerte de Calibán contemporáneo.

Y además está don Lorenzo, el padre de Bernal. Hombre alcoholizado, iluso, irresponsable y por último psicosiado por sus propio fracaso vital. Está doña Ofelia, madre de Mabe, irremisiblemente perdida en el mundo New Age de la cuasi tercera edad; el mundo de las personas que no pueden lidiar con las injusticias del planeta Tierra. Y también, claro, Agustín, el chico malo de la película de Warren a quién se le achacan los desfavores usuales de la buena sociedad: narcotraficante (o amigo de los mismos) y enfermo sexual (saco donde se meten pederastia, incesto y pedofilia como si fueran lo mismo). Pero es que ese es quizás el punto más débil de la novela: la moral burguesa es aquí tanto censurada como utilizada para sustentar el esquema de valores del mismo texto. En otras palabras (y tratando de parafrasear a Warren) ¡qué picha son estos valores burgueses!, ¡una completa mierda!; pero usémoslos, sin embargo, para distinguir a los buenos de los malos en esta novela. Y es este aspecto de Bajo la lluvia dios no existe donde el texto de Ulloa no pasa la prueba del cliché ideológico.

Mariposas, por IMustBeDead

Y sin embargo, es una buena novela...

Buena porque entretiene. Buena porque sí logra destapar con creces la gusanera de nuestras clases media y alta. Y sobre todo buena porque Warren Ulloa despliega en ella un alto nivel de virtuosismo en la captación de esa extraña y voluble cosa llamada jerga adolescente, un mundo donde los genitales y sus diversos nombres y variantes son príncipes y princesas para glorificar o para denostar. Mundo libre punto com del machismo más acre donde un jugador malo no es un perro sino una perra, y donde una novia no es una mujer sino una güila. Paisaje lleno de playadas, mierdas, vergas, enjaches, culos y putas. Mundo por demás densamente lingüístico donde el tropo y la metáfora son también verdadera realeza. No es fácil navegar en esa jerigonza cuasi dialectal de nuestros adolescentes, pero Ulloa Argüello, asistido quizás por una natural inclinación hacia esas hablas, cumple la tarea cum laude.

Es bueno apuntar, finalmente, que los estereotipos de la novela no obstan para lograr un valioso texto que toda persona joven en Costa Rica debería leer (o mejor los docentes, que siempre subestiman a sus alumnos). La novela pone al día lecturas bellas pero "arcaicas" como Marcos Ramírez o bellas pero ingenuísimas como Pantalones largos. (O quizás deberíamos decir que es la versión Los padres terribles [Cocteau] de esas dos novelas costarricenses). Como sea, aquí hay un espejo más real de lo que es la alta sociedad joven de Costa Rica, un grupo que no va para ninguna parte, pero que aún así sigue haciendo maletas desesperadamente...

Acompáñese esta breve novela con coca light prensada con guaro de contrabando y unos cuantos episodios de Family Guy o South Park. El efecto deberá ser bastante aproximado.