El lecho del paciente costarricense. Sobre la mesita mis sempiternos inhaladores para el asma, una botella de agua, kleenex, un bote con marcadores y bolígrafos y papel para escribir. Debajo de la cama: mi ración de confites (medicamentos). A mi edad, ser farmacodependiente tiene un no sé qué de decadencia socialmente "aceptable". ☺
TOUR DE MI CELDA
Querides amigues, en 2006 tuve que tomar una decisión parte aguas en mi vida. Quedarme en Costa Rica y sobrevivir con una pensión menor al salario mínimo de ley o re-emigrar a los Estados Unidos. Tras pensarlo un par de años decidí volver a Los Ángeles, o a La Mirada, una pequeña ciudad cercana a Los Ángeles, y vivir con mi hermano y su familia (a donde, dichosamente, había sido invitado desde tiempo atrás).
Hoy día sé que tomé la decisión correcta. Mi hermano y yo siempre hemos sido muy cercanos y la muerte de nuestros padres nos ha acercado aún más.
Por eso les enseño lo que será mi mundo por lo que me queda de años. Puede que vuelva a Costa Rica de paseo, pero ya no a radicar permanentemente. Sin embargo, bien lo dice el refrán: Uno pone y Dionisos dispone. Nadie sabe a dónde irán a parar finalmente mis huesos.
Junto a la cama, la cómoda de la ropa y sobre ella parte de mi colección de compactos. (Por supuesto incluye las sinfonías de Mahler, Shostakovich, Jachaturian y algunos bretes geniales de Lígeti). A la izquierda de los compactos una foto de Nuestro Señor Rimbaud y a la derecha una de mi madre cuando joven. Luego, más a la derecha, lo que pude salvar de mi biblioteca (aunque ya no tengo problemas de espacio pues tengo más de 250 libros guardados entre el Kindle y el Nook). A la extrema derecha, abajo, mi compu con un tapiz de Elagábalo, pero tapado por el programa de Media Player.
Otra vez la compu. Sobre el CPU una foto de Burroughs y a la derecha la impresora/fax/escaneadora que he heredado de mi hermano (aunque el escanersh no sirve ya). Y más a la derecha un purificador de aire, más compactos y mi breve colección de pelis (tengo colecciones de Herzog y Bergman) y algunas cintas basura que a mí me encantan como la ciencia ficción de Hollywood y los vampiros.
Aquí las dos columnas, una de libros y la de la derecha de compactos. La foto arriba de la segunda columna es de San Federico Gracía Lorca (Amén). En la columna de la izquierda tengo libros que estoy leyendo o de frecuente consulta. Y a la extrema derecha, la mecedora que rechina como abuela en orgasmo cuando me siento en ella.
Otra vez la mecedora, con mi chonete de pescador colgando encima (obsequio del ínclito Giorgos Katsavavakis). El estante de libros es de historia bíblica y teología (mi hermano es teólogo) y no he logrado que Carlos lo saque de mi cuarto. Sobre el mismo, aunque no se ve, hay una fota de Santa Eunice Odio. Más a la derecha mi grabadora y otro estante de libros. Los espejos del fondo son las puertas del clóset.
Junto a la ventana otro estante con libros, y sobre el mismo la grabadora, mi Kindle DX reposando en un atril de madera y el aquileo (sobre unas cajas de más compactos y cassettes). Luego mi bulto y finalmente otra vez la mesa de noche.
Mi cuarto desde la puerta de entrada.
Gracias por acompañarme en este tour de mi celda. Es pequeña y humilde pero me llena de satisfacción seguir teniendo mi propio espacio, mi claustro elegido. No sé cómo se sentirán ustedes o cómo ha sido su vida, pero para mí, mi propio espacio es tan vital como el agua. Solo lamento que esta entrada sentimentalona no fuera más emocionante para quienes visitan el blog.