Afiche de la película sueca.
Alerta: Contiene ahueva-tandas (spoilers).
John Ajvide Lindqvist ha publicado su primera novela en 2004, a los 36 años. Antes de eso, se dedicaba a la comedia de monólogo y a la magia profesional. También afirma haber hecho de adolescente magia callejera para los turistas de Estocolmo.
Portada de una de las ediciones estadounidenses del libro.
Acompañado por el mismo duende de principiante que cobijó a Reinaldo Arenas y a John Kennedy Toole, la obra de Lindqvist ha generado ventas inmensas y traducciones a varios idiomas -inclusive el nuestro- no solo por los eficientes medios de difusión y la buena estrella que han acompañado al autor, sino también por la alta calidad de su trabajo. El título en sueco, Låt den rätte komma in, se traduce, más o menos, a Deja que (la persona correcta) entre. Claro, los traductores han preferido una forma más sintética y elegante para la novela. En inglés se ha llamado Let The Right One In (el libro) y Let Me In (el refrito cinemático yanqui). En español, tanto las distribuidoras de películas como las traducciones del libro han optado por el más sucinto Déjame entrar.
Lo que es interesante de la novela de Lindqvist, además de que está muy bien escrita, es la cantidad de subgéneros y subtemas que hacen su aparición en el texto. La base es una historia de amor entre púberes, pero pronto entran en escena el misterio, el retrato psicológico, el comentario social, la trama policíaca y finalmente el horror. También entran los temas comunes a mucha literatura contemporánea: la soledad, la delincuencia juvenil, el alcoholismo y el abandono. Todo esto expresado en las variables vidas de unos doce perosnajes muy bien retratados. Es decir, no es una novelita de vampiros y listo, "vamonós". Hay comentario social y muy serio; tan serio que las versiones cinematográficas de la novela han dejado por fuera asuntos vitales en la obra original como el alcoholismo, la pedofilia y la homosexualidad.
En la versión fílmica sueca, Tommy el ladrón, vecino y amigo del protagonista, ya no aparece, por lo que es necesario recortar el papel y la participación de otros pesronajes. Un misántropo amante de los gatos llamado Gösta también pasa a segundo plano, mientras que la pandilla de los alcohólicos pensionados tiene un rol más que modesto.
Portada del DVD en español.
Pero el acabose llega con el refrito yanqui de la película sueca. Tommy, Gösta y la pandilla de alcohólicos pueden desaparecer o disminuirse sin que la obra suufra demasiado por ello. Pero cuando desaparece el papá del protagonista; cuando Lacke y Virginia son reducidos a sombras de entre el telón; cuando la mamá es solo un dibujo en proceso de divorcio y Stefan, el novio de la madre también hace mutis total, entonces quedamos en una cinta donde solo hay tres o cuatro personajes de rango. Nada malo, si es que la psique de estos cuatro individuos se va a explorar a fondo. Pero The-Hollywood-Horror-Department, ya se sabe, es un mundo acéfalo, o cuando menos altamente oligofréncio.
Afiche del refrito estadounidense.
Mientras el libro tiene todas las virtudes que hemos señalado arriba, la cinta sueca es todavía un inteligente retrato de Óskar y Eli, un niño solitario y confundido y una vampirita que resulta ser vampirito. Ambos se unen para defenderse de un mundo hostil donde Óskar es constantemente agredido por un grupo de matones escolares y Eli, niño emasculado y luego vampirizado, está en constante peligro de morir en manos de un mundo adulto perverso. Óskar se enfrenta a una doble ordalía para "ser feliz": debe aceptar que su novia es una vampira y luego debe aceptar que dicha vampira es un vampiro. Y Eli (Elías) tampoco dormita en un lecho de rosas; ha debido hacerse amigo de pedófilos para que lo protejan y así poder sobrevivir, pero dicha protección es molesta y con frecuencia hasta peligrosa. Su amor por Óskar lo obliga a prescindir de dichos "ayudantes" y ahora solo se tendrán el uno al otro para cuidarse.
La cinta sueca -hemos dicho- insinúa con tacto algunas de estas cosas, pero la película gringa, manejada por el espíritu de Mammón, saca todo aquella que le pueda inhibir distribución a públicos de todas las edades, y a cambio de eso, le mete más chorros de sangre, heridas más profundas, decapitaciones más gráficas y mentalidades más enfermas. Los matones de la escuela de Óskar son niños groseros y sádicos; dignos de que se les dé una buena paliza, pero los matoncillos gringos, especialmente Kenny, su líder, ya rayan en la psicopatía de alta tensión violinística.
"The bloodier the better" parece ser la consigna de Hollywood.
En resumen: si usted quiere ver una buena película yanqui de horror, perturbadora y sangrienta, le recomiendo Let Me In. Pero si usted quiere ver una película de amor, de niños y de vampiros, triste y llena de sensibilidad le recomiendo el filme sueco Låt den rätte komma in. Y finalmente, si lo que quiere es leerse una buena novela que incorpore todo lo anterior dentro del contexto de un excelente bocado literario con profundidad social y valentía, entonces debería leerse la novela Déjame entrar/Let Me In/Let the Right one in/Låt den rätte komma in.
Es importante tomar en cuenta que esta nota no pretende resolver la querella bizantina de si el cine o la literatura es una mejor forma de arte. ¡Vaya estupidez! Las manzanas son tan ricas como los bananos pero ambas son cosas diferentes. Lo que sí queda en claro con Déjame entrar es que las dos VERSIONES cinematográficas no pudieron superar el trabajo literario original. Y tampoco creo que quisieran hacerlo ni que ese fuera su deber. Si son medios diferentes son perspectivas diferentes y basta. La única comparación válida sería entre las dos películas que de manera muy sincera retratan de pies a cabeza las culturas de las que provienen. Yo me quedo con la sueca, pero la gringa también tiene lo suyo.
Cool! More blood and little girls! Yummy!
La Mirada
20 de febrero de 2011.