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viernes, agosto 23, 2013

LUIS CHAVES COMENTA "TEORÍA DEL CAOS".


Y hoy ha empezado, con inusual éxito, la XIV Feria del Libro de Costa Rica. O al menos eso dicen algunos cometarios en las redes sociales. Nada me puede causar más nostalgia en este momento que estar a 4700 kms. del evento y, claro, no poder asistrir.

Sin embargo, puedo ver por Facebook el desarrollo de los acontecimientos y aunque no comente (Zuckerberg me tiene censurado hasta el 15 de septiembre) sí disfruto mucho de las foto y comentarios de los demás.

Pero vamos al grano: a fines del año pasado. Ediciones Lanzallamas publicó mi primer libro de cuentos titulado Teoría del caos. Dicho libro estará en la feria y usted lo podrá encontrar en el puesto de Ediciones Lanzallamas en la Casa del Cuño.

Para la presentación del libro que se llevó a cabo este año, el escritor Luis Chávez hizo la siguiente presentación:

OBANDO PARA PRINCIPIANTES

Luis Chávez

Debajo de este libro, del conjunto de relatos que lo conforman, hay un orden. El universo desmesurado, expansivo, invasor de la escritura de Obando propone aquí, en una colección trabajada y seleccionada por él mismo, una serie de reglas, postulados, axiomas y supuestos para clasificar e interpretar el caos. ¿Una contradicción? No se podría esperar menos del escritor que abrió con dinamita un boquete en el muro del PEN Club costarricense.

Teoría del caos, construido a partir de relatos escritos entre 1987 y el 2012, es un catálogo de los planetas y atmósferas que conforman la galaxia-Obando. O, si prefieren, es la tabla periódica de los elementos constitutivos de su narrativa. Aquí están sus personajes dañados, semilumpen, siempre reunidos en sectas o pandillas menores, mezclados con los nombres de sus escritores de cabecera, su música, sus referencias al cine, las pesadillas y las fantasías cultas, los mancebos, una idea de “el mal” en su estado puro, la pedofilia, los pedos. Aquí, en un breve muestrario, está su literatura no sólo nada complaciente sino invasiva, lecturas que logran perturbar antes de colocarnos frente a un espejo.

Los agrimensores literarios insisten en la etiqueta de literatura-gay. Si me obligaran, yo diría que más justicia le haría la de literatura ultragay. Esos personajes que sueñan con princesas de hielo, con Turandot y Kalaf, o aquellos sobos imaginando sexo en tiendas berberiscas y alfombras tejidas en El Cairo. No el foco en una mecánica amatoria homosexual o buga que ya no debería escandalizar a nadie, sino en las metáforas y alegorías de un imaginario desbordado y totalizador.

Pero reducirse a eso también sería muy fácil, y no se detiene Alexander en costos fijos: su campo de acción es vasto, microclimático y se mueve gimnásticamente -si me permiten la licencia- en diversos territorios y obsesiones. Obando está más cerca de lo que se conoce como un clásico que de un escritor plegado a las categorías definidas por el el negocio editorial.

En lo personal, me detengo a releer El último sueño de Jack London, Madera de troles y I want to believe (estos últimos compartiendo el alterego Alekis). Es lejos de las características más celebradas de su escritura donde con mayor intensidad encuentro al autor dotado y sólido que es Obando. Su convicción literaria en que todo es peor de lo que parece y que de lo bueno nos queda siempre lo malo, es un don envidiable.

Teoría del caos, para usar palabras del mismo Alexander, viene a ser una suerte de Obando-para-principiantes, una colección que abarca, en dosis homeopáticas, la curva creativa y programática de un escritor ineludible y ya legendario en la literatura nacional.

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