Instigado por la curiosidad y porque mi oficio es la literatura, conseguí prestada de un amigo la novela que este año fue galardonada con el Premio Aquileo J. Echeverría del Ministerio de Cultura.
LA REBELIÓN DE LAS AVISPAS es un entramado de poco más de ciento setenta páginas divididas en 50 “pantallas” y una “coda”. El autor, con pasmosa y grosera inmodestia, delira sobre su criatura de la siguiente forma: “Se trata de una novela muy moderna y ambiciosa. Quizás la primera novela interactiva en la región. Está compuesta de un cierto modo fractal, es decir con pedazos similares que convergen, y la estructura la ideé pensando en un espectador de cine que entra a ver una misma película muchas veces en tiempos distintos, de tal modo que debe reconstruirla en su memoria para tener una idea completa”. Pues bien, ya lo ha dicho el señor Morales: estamos ante una novela “muy moderna” y “ambiciosa”. Por muy moderna habría que pensar en algo creado bajo el cobijo de las tendencias estéticas más recientes, y por ambiciosa habría que traer a mente algo claramente monumental al estilo PARADISO o TERRA NOSTRA. Sin embargo, una vez leídas las mencionadas pantallitas y la coda, el trabajo no resulta ser más moderno que algo escrito en los 60 o 70 en nuestro ámbito. Por muy moderno se entenderían ―quizás aun hoy― LOS JUEGOS FURTIVOS (1968) de Chase, DIARIO DE UNA MULTITUD (1974) de Naranjo o ENCENDIENDO UN CIGARRILLO CON LA PUNTA DE OTRO (1985) de Cortés. Pero al recurso onírico y el trato en segunda persona del primer ejemplo, a la fragmentación en multitud de voces del segundo y a la reiteración temática casi obsesivamente palimpséstica del tercer ejemplo, Morales nos opone una narración donde se retrata la vida de una universidad privada a través de la obra y milagros de varios de sus empleados, todo esto en el tono más convencional y caricaturesco que se acostumbra en nuetras salas de teatro. Cada “pantalla” es una suerte de mini-biografía o la exposición sobre alguna oficina, elemento o dependencia de dicha universidad. Es decir, cada breve capítulo es sobre algún elemento o persona del claustro en mención, sin agregarle a eso ninguna novedad formal o temática. Entonces, ¿dónde nos queda lo “muy moderno” y lo “ambicioso” del conjunto? ¿Dónde lo inusitado y exhaustivo? Lamentablemente, parece que dichos factores no lograron salir de la pluma del autor como sí salieron con facilidad las palabras de su boca. Y ante esto solo nos quedan dos posibilidades: o Morales no está diciendo la verdad o simplemente está sumido en un mundo donde la realidad tiene un alcance muy limitado.
Otro factor mencionado por el modesto novelista es el tratamiento “fractal” de su obra. Fractal significa algo de forma irregular cuyos componentes mínimos reflejan la forma del conjunto. Habría que suponer entonces que cada “pantalla” es un modelo en chico de toda la novela. Empero, esto tampoco se da. Cada capítulo es un fragmento, ciertamente, pero no un espejo del conjunto. Si eso fuera cierto, la novela sería una diatriba contra el matrimonio gay, puesto que de eso ―y solo de eso― trata la penúltima pantalla, por ejemplo. Suponemos entonces que por “fractal” don Carlos quiso decir “fragmentaria” o desde ángulos diferentes. Pero si de eso se trata, entonces LA GUERRA Y LA PAZ de Tolstoi ya lo logró hace ciento cuarenta años, y con resultados bastante más brillantes, agregaríamos por decir poco.
El delirio moralesiano continúa afirmando que es la primera novela “interactiva” en la región. Entendemos por interactivo aquello que sugiere o solicita la intervención activa del lector para “completar” el texto o su significado. Y por región asumimos que alude a Centroamérica, pues no nos atrevemos a suponer que el periodista pretende compararse con la gran novelística mexicana o del Caribe. Pero de nuevo somos llamados a error por la realidad de esta obra. La novela no necesita ni más ni menos esfuerzo que el que se necesita para leer una “cadena de chistes sexistas” u otra parafernalia oficinesca con la que muchos burócratas suelen llenar sus horas de tedio. Y por cierto, el periodista Morales también insinuó en una de estas peregrinas entrevistas que su obra necesitaba de la concurrencia de un lector culto debido a una serie de intertextos incluidos en la novela. Una vez hecha la lectura y el escrutinio de dichos intertextos resultan ser alusiones a tramas de los humoristas argentinos Les Luthiers, comediantes, que como es sabido en nuestro mundillo, son muy caros a los ojos de Morales.
Por último, cabría hacer una sucinta pero oportuna mención del contenido de la obra. Básicamente podemos reducirlo a tres o cuatro postulados centrales y unos cuantos más en condición ancilar. Esquematizados serían así:
1. Las lesbianas no son mujeres. Son otra cosa.
2. Las mujeres que asumen posturas feministas devienen en lesbianas.
3. Las feministas no quieren igualdad de derechos. Quieren castrar al hombre y convertirse en las nuevas regentes de nuestra sociedad.
4. Donde concurren las feministas lesbianas hay corrupción, mediocridad y eventualmente hasta caos.
La novela, en sus menos de 200 páginas, se las arregla para ofender, humillar y desacreditar con todo medio posible a la mujer que no está sujeta a ser botín del macho dominante, y al macho que por ser homosexual no compite con el macho dominante por las preseas de la tribu. Hay además, a modo de argumentación aneja, algunas páginas dedicadas a atacar las libertades civiles de las personas GLBT como lo serían el matrimonio y el derecho a no tener que esconder su orientación sexual en público. Y todo esto se revuelve con una dosis desacertada de prejuicios (como la perversión de menores, según Morales consustancial a la condición homosexual) y un lenguaje que hace un vano intento por manejar un registro más o menos variado de idiolectos. Pero esta empresa también fracasa al no contar don Carlos con el oído privilegiado de un escritor como Rodolfo Arias. Efectivamente, los “pachuquismos” y giros coloquiales en la novela de Morales no llegan a sonar ni ingeniosos ni naturales, menos aún al tener que lidiar con un narrador engomado y conservador que todavía escribe (en un contexto costarricense) “halar” por no escribir “jalar”.
En resumen, como escritor y como costarricense solo le puedo dar al escritor Morales Castro (¡vaya conjunción de apellidos!) el crédito que merece la ironía de su novela, pues pretendiendo fustigar el sexismo y la “mediocridad esperpéntica” (tal como indica en la contratapa del libro) Carlos Morales ha creado una novela burda y ofensiva, pero por sobre todo, esperpénticamente mediocre.
LA REBELIÓN DE LAS AVISPAS es un entramado de poco más de ciento setenta páginas divididas en 50 “pantallas” y una “coda”. El autor, con pasmosa y grosera inmodestia, delira sobre su criatura de la siguiente forma: “Se trata de una novela muy moderna y ambiciosa. Quizás la primera novela interactiva en la región. Está compuesta de un cierto modo fractal, es decir con pedazos similares que convergen, y la estructura la ideé pensando en un espectador de cine que entra a ver una misma película muchas veces en tiempos distintos, de tal modo que debe reconstruirla en su memoria para tener una idea completa”. Pues bien, ya lo ha dicho el señor Morales: estamos ante una novela “muy moderna” y “ambiciosa”. Por muy moderna habría que pensar en algo creado bajo el cobijo de las tendencias estéticas más recientes, y por ambiciosa habría que traer a mente algo claramente monumental al estilo PARADISO o TERRA NOSTRA. Sin embargo, una vez leídas las mencionadas pantallitas y la coda, el trabajo no resulta ser más moderno que algo escrito en los 60 o 70 en nuestro ámbito. Por muy moderno se entenderían ―quizás aun hoy― LOS JUEGOS FURTIVOS (1968) de Chase, DIARIO DE UNA MULTITUD (1974) de Naranjo o ENCENDIENDO UN CIGARRILLO CON LA PUNTA DE OTRO (1985) de Cortés. Pero al recurso onírico y el trato en segunda persona del primer ejemplo, a la fragmentación en multitud de voces del segundo y a la reiteración temática casi obsesivamente palimpséstica del tercer ejemplo, Morales nos opone una narración donde se retrata la vida de una universidad privada a través de la obra y milagros de varios de sus empleados, todo esto en el tono más convencional y caricaturesco que se acostumbra en nuetras salas de teatro. Cada “pantalla” es una suerte de mini-biografía o la exposición sobre alguna oficina, elemento o dependencia de dicha universidad. Es decir, cada breve capítulo es sobre algún elemento o persona del claustro en mención, sin agregarle a eso ninguna novedad formal o temática. Entonces, ¿dónde nos queda lo “muy moderno” y lo “ambicioso” del conjunto? ¿Dónde lo inusitado y exhaustivo? Lamentablemente, parece que dichos factores no lograron salir de la pluma del autor como sí salieron con facilidad las palabras de su boca. Y ante esto solo nos quedan dos posibilidades: o Morales no está diciendo la verdad o simplemente está sumido en un mundo donde la realidad tiene un alcance muy limitado.
Otro factor mencionado por el modesto novelista es el tratamiento “fractal” de su obra. Fractal significa algo de forma irregular cuyos componentes mínimos reflejan la forma del conjunto. Habría que suponer entonces que cada “pantalla” es un modelo en chico de toda la novela. Empero, esto tampoco se da. Cada capítulo es un fragmento, ciertamente, pero no un espejo del conjunto. Si eso fuera cierto, la novela sería una diatriba contra el matrimonio gay, puesto que de eso ―y solo de eso― trata la penúltima pantalla, por ejemplo. Suponemos entonces que por “fractal” don Carlos quiso decir “fragmentaria” o desde ángulos diferentes. Pero si de eso se trata, entonces LA GUERRA Y LA PAZ de Tolstoi ya lo logró hace ciento cuarenta años, y con resultados bastante más brillantes, agregaríamos por decir poco.
El delirio moralesiano continúa afirmando que es la primera novela “interactiva” en la región. Entendemos por interactivo aquello que sugiere o solicita la intervención activa del lector para “completar” el texto o su significado. Y por región asumimos que alude a Centroamérica, pues no nos atrevemos a suponer que el periodista pretende compararse con la gran novelística mexicana o del Caribe. Pero de nuevo somos llamados a error por la realidad de esta obra. La novela no necesita ni más ni menos esfuerzo que el que se necesita para leer una “cadena de chistes sexistas” u otra parafernalia oficinesca con la que muchos burócratas suelen llenar sus horas de tedio. Y por cierto, el periodista Morales también insinuó en una de estas peregrinas entrevistas que su obra necesitaba de la concurrencia de un lector culto debido a una serie de intertextos incluidos en la novela. Una vez hecha la lectura y el escrutinio de dichos intertextos resultan ser alusiones a tramas de los humoristas argentinos Les Luthiers, comediantes, que como es sabido en nuestro mundillo, son muy caros a los ojos de Morales.
Por último, cabría hacer una sucinta pero oportuna mención del contenido de la obra. Básicamente podemos reducirlo a tres o cuatro postulados centrales y unos cuantos más en condición ancilar. Esquematizados serían así:
1. Las lesbianas no son mujeres. Son otra cosa.
2. Las mujeres que asumen posturas feministas devienen en lesbianas.
3. Las feministas no quieren igualdad de derechos. Quieren castrar al hombre y convertirse en las nuevas regentes de nuestra sociedad.
4. Donde concurren las feministas lesbianas hay corrupción, mediocridad y eventualmente hasta caos.
La novela, en sus menos de 200 páginas, se las arregla para ofender, humillar y desacreditar con todo medio posible a la mujer que no está sujeta a ser botín del macho dominante, y al macho que por ser homosexual no compite con el macho dominante por las preseas de la tribu. Hay además, a modo de argumentación aneja, algunas páginas dedicadas a atacar las libertades civiles de las personas GLBT como lo serían el matrimonio y el derecho a no tener que esconder su orientación sexual en público. Y todo esto se revuelve con una dosis desacertada de prejuicios (como la perversión de menores, según Morales consustancial a la condición homosexual) y un lenguaje que hace un vano intento por manejar un registro más o menos variado de idiolectos. Pero esta empresa también fracasa al no contar don Carlos con el oído privilegiado de un escritor como Rodolfo Arias. Efectivamente, los “pachuquismos” y giros coloquiales en la novela de Morales no llegan a sonar ni ingeniosos ni naturales, menos aún al tener que lidiar con un narrador engomado y conservador que todavía escribe (en un contexto costarricense) “halar” por no escribir “jalar”.
En resumen, como escritor y como costarricense solo le puedo dar al escritor Morales Castro (¡vaya conjunción de apellidos!) el crédito que merece la ironía de su novela, pues pretendiendo fustigar el sexismo y la “mediocridad esperpéntica” (tal como indica en la contratapa del libro) Carlos Morales ha creado una novela burda y ofensiva, pero por sobre todo, esperpénticamente mediocre.
28 comentarios:
Hacía el comentario con un amigo sobre la posile reacción de Morales hacia las críticas recibidas. Me preguntaba yo si se sentía aludido o si por el contrario estaba cagado de risa... me decía este amigo que conociendo a Morales, probablemente sería lo segundo.
Y qué lástima que sea así, ¿o sería tal actitud meramente el corolario para demostrar su absoluta incapacidad literaria?
Morales: su apellido no hace honor, pues debería ser en singular, ya que parece manejar una sola visión, chata, obtusa y cíncamente barata de esas situaciones que supuestamente le tocó vivir. Y claro, su manejo del tema GLBT y del feminismo, parece salido de una tradicional tertulia de parque.
La mejor manera de hacerse una idea de esta novela es contrastar los comentarios del perpetrador y su página en Internet: ambos son planos, ingenuos, aburridos y lo dicho, mediocres.
A mí me dio pena ajena cuando leí que decía que su obra era "fractal" y la "primera novela interativa de la región". Pucha, es que para demostar ignorancia dos frases bastan y sobran.
Y Costa Rica avanza hacia un prometedor futuro literario, ¿eh Alex?
Hoy es el día internacional de la Mujer... ¿Funesta Casualidad?
Hablamos del mismo Morales que salió del Semanario Universidad en medio de muy particulares circunstancias, asociadas a denuncias por acoso sexual... traigo esto a colación por que es impensable separar al autor de su obra; aclaro, a la obra se le puede separar de su autor, pero no a la inversa.
Y quizás toda la amargura de Morales se ha materializado en este su último y laureado trabajo.
El provocador comentario de Alex, me ha encantado, porque resulta que ha despertado en mi un deseo inmenso por leer, -ahora sí- la novela de Morales. Por qué? Bueno, por respeto a mi mismo no leo premios nacionales, por que como lector, y todos los lectores, no hemos sido considerados en la premiación, tampoco lo han sido las editoriales independientes, tampoco los comercializadores de los libros, y por todo lo que excluyen, los premios nacionales no tienen ninguna legitimidad, así que la indiferencia es mutua y la exclusión recíproca.
Pero por motivos extra literarios, la novela de Morales me parece interesante, pues en ella se condensarían entonces la misoginia y homofobia de manera sutil a veces y explísita en otras, y es que entre líneas es más sabroso el sesgo, y gracias a ello se desmitifica todo.
Hago un ejemplo de otra obra. En Mi Madrina de Carlos Luis Fallas, se relata un pasaje sobre un rezador, afeminado y de voz chillona, y que el narrador concluye en un jucio de valor sobre ése personaje que le repugna. Con este ejemplo no vamos a concluir que Calufa era homofóbico, o que su obra lo sea, aunque la homofóbia de Calufa sin remedio esté impresa ahí, y que al mismo tiempo que elabora un "anti-hombre" también construye implícitamente un "pro-hombre" el viril y revolucionario materialista, en opocisión al al beato afeminado. En todo caso arquetipos y modelos que se hacen pedasos contra la realidad. simplificaciones que no describen el universo ni lo condensan, parciales y limitados, como todo lo que cabe en la cuadrícula del papel.
espero que nadie tome a mal este comentario sobre Calufa, pero en la modesta literatura costarricense nadie es un "imnombrable".
Pero también está el caso de Gabo, en su última novela, la cual fue abiertamente confrontada por muchos sectores (no voy a decir que feministas, por que también cuando se alude a ellos es una manera maliciosa de encasillarlos y deslegitimarlos)no solo feministas, pues se le consideraba una molesta apología de la pederastía, en que un octogenarío pagaba por la virginidad de una niña.
Ahora bien, esto nos puede llevar a tremendos dilemas: ¿se puede escribir sobre estos asuntos sin tomar partido, sencillamente exponiéndolos para que el lector los sintetise a su manera? esta sería una posición ideal, pero exige responsabilidad pues deviene en consecuencias...
Por ejemplo, algunos recordarán que unos caricaturistas daneses, publicaron sus trabajos sobre el islam, y que la reacción del pueblo islámico (y no solo de extremistas, que es una forma de suavizar el asunto) fue de profunda molestia. Los artistas aludieron a su libertad...
¿Pero, en nombre de la libertad tengo derecho a desatar el odio? ¿estos "artistas libres" podrían fingir inocencia y desconocer las consecuencias que podrían traer sus trabajos?
¿Es razonable renunciar a esa "libertad" si con ello contribuyo a un entendimiento y diálogo intracultural? En fin, que con la palabra libertad, llevada a una connotación dogmática, se renuncia a la responsabilidad que conlleva, y por tanto se vuelve excluyente, y por ser excluyente, es válida sólo para los "libres", "los machos".
Es interesante leer a Morales para constatar todo lo anterior.
Literariamente hablando, podríamos decir como Monterroso: "en literatura no hay nada escrito", pero ese entuciasmo no cabe, en el caso criollo, prefiero aquello que decían los viejitos: "ya todo está inventado".
Vale!
Álex, es bien sabido que las obras literarias -todas aquellas que se propongan ser grandes, ambiciosas o al menos no inocuos párrafos sin gracia-, nacen de ideas grandilocuentes y hasta comportamientos megalómanos. Pero, no es menos cierto que muchas veces la grandiosa idea no se plasma por insuficiencia del creador; eso, en literatura, pasa mucho, tampoco se le pueden pedir peras al olmo. Confundir lo complejo de un posible fractal literario (término metemático creado por Mandelbrot) con un texto fragmentario nos dice por donde anda la cosa.
(Por cierto, el resumen en cuatro puntos es magnífico.)
Lo que suena aquí y en otras duras críticas a la estética que enaltecen los premios nacionales son las campanadas del relevo generacional.
No vamos a aceptar en silencio que se diga que esta es nuestra mejor literatura. Lo que está ocurriendo en nuestro país da verguenza y seríamos complices de este fiasco si nos quedamos callados y lo dejamos pasar.
Morales puede estar muy risueño en su casa contando las ganancias de las ventas pero la verdad es que con esta obra transita la senda de los dinosaurios. Esta es la obra de madurez de Morales, que le otorgará una posteridad de aproximadamente tres meses, y si se detuviera a considerarlo con mediana lucidez creo que no se reiría tan fuerte.
Concuerdo con tu exactísima destilación de la novela. Para Morales, una feminista merece el peor insulto que el se le puede ocurrir, lesbiana. Y el acoso sexual de un hombre en una posición de poder es siempre culpa de la subalterna que lo tentó.
Que sirva esto de lección para todos, esto es lo que se llama llevar muchas décadas de carrera en las letras a la más profunda ruina literaria.
Ahora que nos vamos conociendo... Me fui a leer los dos capítulos de esta novela que Carlos Morales tiene en su página web, y debo decirle a Juan, Álex y los demás que se han leído la novela entera, que son ustedes unos enfermos insensibles sin sentido del placer y la salud. ¿Cómo putas hicieron para tragarse casi doscientas páginas de esa prosa? ¿Están lobotomizados, o qué? Maes, de verdad que lo de ustedes es vocación. Yo, que me debo leer chorrocientas páginas de prosa académica todas las semanas, debo decir que esta vez me aburrí. Incluso los chistes que detecté se echaban a perder por tan pésimo "timing". Y Carlos Catania (¡cómo se me ha caído este señor del cielo en que lo tenía!) llama a este novela "aristofanesca". Yo diría, más arista-funesta.
A los que hayan leído la novela entera, háganme un favor: vayan tomen un crucero, o váyanse a mochilear por Nicaragua, o tomen cursos de jardinería. Se merecen un descanso convincente. Disfrútenlo.
leanse cualquiera de estás novelas del 2008, son obras de muy buena calidad y no se va a perder el tiempo:
1- Chesil Beach. Ian McEwan (Anagrama) Novela
2- God & Gu. Apuntes de polemología. Rafael Sánchez Ferlosio (Destino)
Ensayo
3- Sale el espectro, Philip Roth (Mondadori) Novela
4- Todos los cuentos. Cristina Fernández Cubas (Tusquets) Relatos
5- La isla. Giani Stuparich (Minúscula) Novela
6- En el café de la juventud perdida. Patrick Modiano (Anagrama) Novela
7- La vista desde Castle Rock. Alice Munro (RBA) Relatos
8- Millenium I y II: Los hombres que no amaban a las mujeres y La chica que
soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Stieg Larsson (Destino)
Novela
el sólo dato de que el autor escribe "halar" por "jalar" es suficiente para cuestionar al jurado. ahora, sumándole todo lo que denuncian quienes la leyeron...
en mi opinión, el problema no es morales (un troglodita más). el problema es el jurado nombrado por el ministerio.
como dice Chaves, los que la vuelan son el jurado, porque Morales simplemente va a tomarse una foto, la estatuilla en la sala, la platica en la bolsa; y el espejismo de que hizo una gran obra!!!!!!!!!
Saludos
vamos a leerla; desconfío de los jurados (por defecto) pero mucho más de los comentaristas deportivos.
Asterión, el arte es como una radiografía; casi siempre nos dice más del autor de lo que él nos quiera decir. En el caso de Morales se nota un aservo de información bastante amplio, pero no necesariamente bien asimilado. El discurso, aparentemente intelectual, de forma constante deja entrever graves fisuras y posiciones más que anacrónicas. Juan Murillo tiene razón cuando dice que esta obra hace que su autor camine "la senda de los dionosaurios".
Lucho, a pesar de todo, sí pienso que Costa Rica avanza literariamente. Vos sos un vivo ejemplo de eso, como lo son Joan Bernal, Granados, Trejos, Murillo, Chaves, Molina, Lobo, Ureña, Arias, Barquero y tantos otros más que no se dejan engañar por una ficción fácil y anodina. ¡Claro que hay futuro! Todo es esperar un poco a que los "dinosaurios" se mueran de asfixia cerebral. Y según parece por esta novela, últimamente les está dando por el suicidio literario.
Guega, hay muchos casos como el de Calufa, y si bien se le puede medio perdonar por gran escritor y por haber muerto hace ya medio siglo, tal cosa nos es posible con los "trogloditas" de hoy, para usar una frase de Chaves.
Sentenciero, todavía no sé qué ha sido más "pomposo y megalomaníaco", si ha sido la novela o las entrevistas de su autor. En todo caso, genio y figura hasta la sepultura.
Gustavo Adolfo, no vacilés porque vos mismo has estado comiendo de los basureros últimamente. Con solo tragarse el poemarito ese, ya tenés para acompañarnos en la mochileada por Centrosamérica. Vamos hombre, ¡animate y nos acompañás!
David, muchas gracias por tus recomendaciones. Nunca me has fallado en la buena recomendación de un libro. Te tomaré la oferta a "face value".
Tetrabrik, esta vez, según lo veo, falló todo el mundo. Este año negro se recordará en las letras nacionales por mucho tiempo. Y si el Sr. Morales hizo una novela de la epopeya de su supuesto acoso, ya habrá alguien que haga otra sobre la publicación y premiación de su libro, ya que ambas cosas son grotescas y risibles.
Malasombra, tenés toda la razón. este episodio es una pesadilla para nosotros y un "espejismo" para quien ahora se cree buen escritor.
sOren, creo que me estás confundiendo con otro. Yo soy Alexánder Obando, no Pilo Obando, y aunque tengo entendido que somos parientes (pese a que mi padre siempre lo negó furiosamente) no creo que ni Pilo ni yo salgamos contentos de la confusión de identidades.
Está muy bien que hagás la de Santo Tomás; es una actitud sana. Pero no digás luego que nadie te advirtió. Y gracias por comentar.
Gracias a todos. Tengo muy en alta estima sus comentarios. Saludos.
Juan, estoy totalmente de acuerdo con vos. Esta novela equipara a la feminista como lesbiana y a la lesbiana como trepadora, corrupta y abusadora de menores.
El señor Morales dice que tiene amistades "de esa condición" (sic). Lo raro es que dichas amistades lo sean del Sr. Morales.
Casi lloro de la emoción de leer las opiniones de este montón de hombres sobre ese panfleto. No todo está perdido. Ojalá que los dinosaurios se extingan.
Alexander, supongo entonces que el libro que debió ganar este año fue el suyo????? claro ud va a decir que no... que había muchas opciones.... peroooooo la verdad es otra... Carlos Morales sabe de lo que está tratando en su libro y sabe contarlo... le duela a quien le duela...yo me atrevería a decir que le importa un pito volver a tocar el tema del acoso que tanto le critican, y en ese camino se abre la polémica contra los grupos de feministas-hembristas de este país. Alexander es que a veces lo cojones sirven para escribir también, aunque a algunos se los quieran cortar. Indague un poco sobre el tema y verá que trasciende nuestras fronteras. Le dejo la tarea ... pero claro está que tengo pocas esperanzas. Yo por mi parte le prometo que intentaré hacerme la idea de que me llamen "artisto" así inclusivamente.... genial no le parece?
Jose Manuel Hernández C. (Pintor y escultor) Heredia
José Manuel Hernández C.: si no lo dice Alexánder, lo digo yo como lector: la novela que mereció ganar este año fue, efectivamente, “Canciones a la muerte de los niños”. Punto.
Por otro lado, si su percepción sobre el lenguaje inclusivo, las teorías de género, la equidad y las sexualidades se reduce a una “o”, debería asignarse usted mismo la tarea de leer a Tori Moi o a Luce Irigaray, aunque tampoco guardo esperanzas.
Solo espero, por su propio bien y el del arte, que su obra escultórica y pictórica no esté en el nivel de sus “ideas” y su “redacción”.
Magnífico, ¿no?
Ah bueno asterión si lo dice usted si¡¡¡
José Manuel Hernández
Exactamente.
Estimado don José Manuel Hernández, trataré de dar respuesta a algunos de sus comentarios, aunque le confieso, me es un poco difícil en virtud de su redacción un tanto "sui géneris", como apunta Asterión, si bien en otros términos.
La humildad no puede ser falsa: es o no es humildad. Y yo, al igual que todos los demás novelistas que por razón de publicación en el 2008 nos tocó participar, aspiraba a ganar el Premio Nacional de Novela, por supuesto, pero no me hacía mucho de ilusiones debido a dos elementos en juego. Primero, estábamos en canchas mayores: participaban con sus trabajos maestras de la calidad de Tatiana Lobo, nuevos grandes valores como Heriberto Hernández o Alfredo Aguilar, y escritores de temática muy puntual a los intereses de los costarricenses como Sergio Muñoz. Y en segundo lugar, mi literatura, dada su temática y estilo experimental, no es sujeta a ser material de premio Aquileo, galardón que es y ha sido tradicionalmente de inclinación muy conservadora.
En fin, y a pesar de las circunstancias, aquello era un duelo de altura (al menos literariamente) pero luego sucede lo que debería ser previsible en la Costa Rica de la Corrupción S.A: gana un pelagatos del que nadie decía nada (por mal escritor o por ser un personaje mucho menos importante de lo que él cree ser en las letras nacionales). Este señor clama ser víctima de un silencio total por parte de la prensa y los escritores, hasta que ¡zás! de puro milagro es "descubierto" como genio de las letras nacionales por un señor que ¡zás! un segundo milagro, resulta ser un cercano amigo suyo al extremo de enviarse poemitas cándidos por la prensa nacional.
Todos quedamos azorados porque el Sr. Morales no parecía estar en la contienda y además, ya era trístemente célebre en los medios literarios por su escaso talento. Y es que, señor Hernández, hay que decir las cosas como son. En Costa Rica (y en muchos otros lugares) hay periodistas que usan y abusan del podio o la visibilidad que su trabajo les brinda para adelantarse ante la opinión pública disfrazados de escritores. Cierto es que ha habido escritores que vienen de las filas de la prensa escrita como Gabriel García Márquez o Hemingway, pero esto es utilizado para crear una mentira, una falacia muy común: "todo periodista es también un buen escritor". Montada la falacia, estos periodistas se dedican el resto de la vida a escalar posiciones de influencia como la amistad de ciertos escritores, etc., etc., con tal de lograr verse como literatos ellos mismos. Pero la prueba de fuego no es la pose de escritor, Sr. Hernández, ni tampoco lo son la influencia, el cabildeo descarado y mucho menos un currículo que se deba medir en pulgadas, más que en páginas. La verdadera prueba de fuego es la escritura, y en esta don Carlos ha fracasado miserablemente.
Sobre el tema de las reivindicaciones de los derechos de la mujer, no hay duda de estamos ante un tema trascendente, un tema que es quizás el asunto más perentorio de las nuevas sociedades si exceptuamos, aunque sea por un instante, los asuntos de tipo económico o bélico. Así pues, don José, sepa Ud. que estoy bien informado de los pormenores del tema que don Carlos decidió tocar. Ciertamente no tan informado como él que se ha visto involucrado en escándados de acoso sexual (¿a una menor de edad?) pero sí lo suficientemente informado para decirle don Carlos trivializó el tema al punto que se convirtiera en un chiste de orinal. ¡Qué lástima que desperdició un momento tan oportuno para ventilar el tema con hidalguía y no ya solo con el hígado!
Y ya que habla de cojones (yo hablaré de "huevos" porque nací en Costa Rica) viera que muchas veces me han servido de mucho para defender mi honor como individuo, como hombre y como ser humano. Porque resulta, don José, que yo pertenezco a unas de esas minorías que don Carlos ataca en su libro, y por medio de ello me doy cuenta que hay que tener más huevos para defender la dignidad propia que para escribir un pasquín que ahora qiere posar de novela.
Espero haberle aclarado mi posición al respecto del Premio Nacional de 2008.
Por cierto, le recomiendo la lectura de los señores Lobo, Aguilar, Rodríguez y Muñoz, para que tenga una cabal muestra de lo que hemos perdido para el Premio Nacional.
Buen día.
Alexánder.
Le respondo su reseña y sus comentarios posteriores en este y otros blogs.
Por lo visto el ODIO, la MEDIOCRIDAD y el ESPERPENTO son más bien la especialidad de la casa.
Usted ¿entendió? la novela a su manera y a partir de allí se deshace en desprestigio y bajos calificativos hacia: la obra, el autor, los miembros del jurado, los escritores que han la comentado positivamente, los lectores que disfrutan la novela, los que solo la compraron, los que opinan distinto, y de paso embarra a todo el país en lo que usted denomina como la COSTA RICA S.A. de corrupción.
Pero no todo esta perdido, Alexánder, si se trata de creérsela, ahí usted si se lleva el premio gordo.
Su novelita, "experimental", es un verdadero laberinto sin salida. Verdaderamente es difícil llegar hasta el final ¿acaso tiene?. Con todo su oscuro e interminable "menage a trois" no pasa de ser un intento de novela fragmentada que mezcla todo lo que encontró en su despensa. Con recursos que definitivamente no maneja aún. Como decimos en Costa Rica, un arroz con mango que a fin de cuentas queda reservado para usted, los suyos y las loas que éstos le puedan proferir.
La verdad no veo de donde sale ese ego de autoridad literaria que tanto pavonea.
Por otro lado, eso de los "huevos" sí que se lo reconozco. No creo que sea fácil darse por aludido con la novela de Carlos Morales. Yo solo me pregunto;
¿En cual de los grupos pintados en la novela se incluye usted? ¿Los androfóbicos que se ocultan tras un falso feminismo? ¿Las sórdidas jerarquías universitarias que manejan alcancías a su gusto? ¿Los serviles eh incoherentes personajes secundarios que se recuestan donde les da el sol? ¿O acaso un poco de todos?.
Roberto Granados
Estimado Sr. Granados, gracias por tomarse la molestia de pasar por este barrio.
Celebro mucho que leyera (o tratara de leer) "Canciones a la muerte de los niños" y la compare desfarorablemente frente a "La rebelión de las avispas". Eso me dice al menos que alguien lee (o trata de leer) novelas en este país. Y, por cierto, eso que usted llama mi "arroz con mango" ya está siendo leída en varios cursos de Generales en la UCR (y no por el afán de informarse sobre la fauna local); mientras que a partir del año entrante pasará a ser parte de las lecturas del curso llamado Literatura Costarricense III, de la carrera de Filología y Literatura en la misma universidad. Imagino que el equivalente para "La rebelión de las avispas" será que su autor va a recibir poco más de tres millones de colones en el mes de mayo.
En cuanto al título de mi comentario, no es ni más ni menos lo que la novela del Sr. Morales se merece.
Y sobre la minoría a la que pertenezco, pues resulta inútil explicar lo ya obvio, por lo que su pregunta me parece tan solo de carácter retórico.
Gracias una vez más por su comentario.
“Los amigos del barrio pueden desparecer/ pero los dinosaurios van a desaparecer...”
Algún día, ojalá no muy lejano, se cumplirá esta sentencia de Charly.
Gente que leyó tu novela Alexander, dice que es basura y debe ser cierto, porque si ganó esa cochinada del endiosado Morales, cómo serán las demás. Yo creo que los dinosaurios como Morales van a desaparecer, porque todo lo que existe desaparece. El problema es con lo que no existe. Como mujer invisibilisada lo se bien y no se si vos lo sentirás igual.
Lamento que sea usted misma contribuyente a su propia invisibilización por medio del anonimato.
jajajajajajajaja no lo decía por pilo Obando! ni siquiera me había fijado! sólo que realmente no le veo fin a discutir por un premio nacional con un jurado nacional con encolerizados por eso en Costa Rica, porque realmente yo pensaría en las grandes ligas. es exprimirse el valioso hígado por nada. esto nunca va cambiar. den el país por perdido. hay mucho mundo allá afuera.
lo mejor es responder con un trabajo de mucho mayor calidad y con mucha sorna. eso si que duele!
¿alguien aquí se ha cagado en ese mundillo como se lo merece?
sOren, te doy toda la razón. Lo que hay que hacer es escribir bien, hacer buen arte. Ya que los estamentos oficiales están tan corruptos no nos queda más que la fuerza moral de hacer las cosas bien y no poner en nuestros sitios web: Lea La rebelión de las avispas, "la mejor novela del 2008".
sOren, gracias de nuevo por pasar.
Alexander
Totalmente de acuerdo. Por otra parte me han llegado rumores de una novela costarricense muy buena y reciente... tan buena que está agotada. Se reciben recomendaciones de nivel. Muchas gracias a vos.
(Pago fotocopias como originales ;)
sOren, ¿a qué obra te referís? Yo estoy haciendo una "venta de garage" con parte de mi biblioteca. No sé si te interesará algo de lo que tengo. Podés escribirme a mi correo que está en el perfil.
De nuevo, saludos.
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