Federico García Lorca (1898-1936)
PAISAJE CON DOS TUMBAS Y UN PERRO ASIRIO
Amigo,
levántate para que oigas aullar
al perro asirio.
Las tres ninfas del cáncer han estado bailando,
hijo mío.
Trajeron unas montañas de lacre rojo
y unas sábanas duras donde estaba el cáncer dormido.
El caballo tenía un ojo en el cuello
y la luna estaba en un cielo tan frío
que tuvo que desgarrarse su monte de Venus
y ahogar en sangre y ceniza los cementerios antiguos.
Amigo,
despierta, que los montes todavía no respiran
y las hierbas de mi corazón están en otro sitio.
No importa que estés lleno de agua de mar.
Yo amé mucho tiempo a un niño
que tenía una plumilla en la lengua
y vivimos cien años dentro de un cuchillo.
Despierta. Calla. Escucha. Incorpórate un poco.
El aullido
es una larga lengua morada que deja
hormigas de espanto y licor de lirios.
Ya vienen hacia la roca. ¡No alargues tus raíces!
Se acerca. Gime. No solloces en sueños, amigo.
¡Amigo!
Levántate para que oigas aullar al perro asirio.
(De Poeta en Nueva York)
4 comentarios:
¡Ah, qué placer leer a Lorca! "Poeta en Nueva York" es ineludible, gigantesco. Nunca me canso de volver a él.
Saludos
Cada vez que leo a Lorca me desnudo, es una extraña manía...
Un abrazo!
Cada vez que leo a Lorca me desnudo, es una extraña manía...
Un abrazo!
Juan Carlos, suena raro decirlo, pero es cierto: Lorca lo desnuda a uno.
Por cierto: mil felicidades por el nuevo olivitas. Pura vida.
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