Así principia diciendo el comentario de Laura Solera en el Club de Libros:
"No es un secreto para nadie el poco aprecio que le tengo a la poesía. Debo sin embargo, admitir que en la literatura siempre hay excepciones que lo obligan a uno, más de una vez a morderse la lengua".
Espero ante este lapidario párrafo sobrevivir después de la presentación de tu libro. Laura debe saber que la poesía no solo es un soneto formal a lo Rubén Darío, la poesía puede ser ella misma en su lenguaje todo, sea este un gesto, o cuando rememora en sus sueños nocturnos el paraíso perdido de su infancia... La poesía es un misterio, no debe cogérsele fobia ni esbozar semejantes argumentos peyorativos, incluso, sin dar las razones por las que desprecia este sagrado género con que fue escrita La Biblia, El Corán... Ella está en un Olimpo de Verdad Absoluta y nosotros, excluido tú, estamos abajo como miserables canteros a pan y agua, extrayendo del granito de su montaña (de Laura) migajas de algo remotamente parecido a la poesía. De hoy en adelante no osaré mirar hacia la cúspide de Laura no sea sus ojos me fulminen si algún día llega a leer las sandeces de mi alma…
Bueno, nada más pifiaron el título del libro... Por lo demás el comentario está cute. ¿“Poems for People Who Hate Poems”? No es la primera vez que lo oigo.
Me alegra saber que vos y Mauricio Molina tiene ese criterio en común. Yo por mi lado no estoy tan de acuerdo, pero se los agradezco mucho. Un abrazo.
Frank:
Gracias por tus entusiastas palabras. No creo sin embargo que hubiese algún tipo de desdén en las palabras de Laura. Todo lo contrario, le agradezco mucho sus elogios.
Stavros:
Que alguien te arrime el vasito con la tapa cubierta de látex. Corrés riesgo de hacerte daño, jeje. Por cierto; sí, ella equivocó, no sé si adrede, el título, pero es 31 errores menos que en la diagramación.
Bueno, si por prioridad cronológica fuera, Alex fue primero dramaturgo. Y malo, si creemos su propio testimonio (ya no tenemos manera de saberlo). Pero yo creo que va a regresar al teatro, y de seguro para hacernos dudar de la importancia de decir qué fue primero, como no sea este origen perdido.
Hasta donde recuerdo, lo primero que hice fue un poema a los catorce. A los dieciséis, concidiendo con el aprendizaje de la lectura del español, empecé a hacer novela y ensayo. Todo quedó abolido a los 20 cuando una operación del estrabismo me redujo aún más la capacidad visual (su única ventaja fue cosmética). Entonces, a los 22 decidí hacerme poeta, generó que parctiqué un poco más de diez años. Pero metido dentro de toda este fárrago de géneros, siempre, aunque muy espaciadamente, hacía algo de teatro, genéero que me ha fascinado desde antes que los judíos invadieran Jericó. Prueba de ello es que dos de mis autores de cabecera son dramaturgos (Shakespeare y Beckett).
Durante la época de taller, escribí uno o dos dramas que causaron mucha risa (causándome a mí, como es de prever, un auténtico drama), por lo que decidí abandonar el género. Pero si aun hay roperos, alacenas o clósets en mi vida, uno de ellos es el teatro. Por eso, tenés razón: voy a regresar al teatro.
9 comentarios:
...pero a pesar de todos sos, primero, un poeta...
Un excelente poemario. Lectura obligada. Feliciades de nuevo.
Saludos
Amigo poeta Alexánder:
Así principia diciendo el comentario de Laura Solera en el Club de Libros:
"No es un secreto para nadie el poco aprecio que le tengo a la poesía. Debo sin embargo, admitir que en la literatura siempre hay excepciones que lo obligan a uno, más de una vez a morderse la lengua".
Espero ante este lapidario párrafo sobrevivir después de la presentación de tu libro. Laura debe saber que la poesía no solo es un soneto formal a lo Rubén Darío, la poesía puede ser ella misma en su lenguaje todo, sea este un gesto, o cuando rememora en sus sueños nocturnos el paraíso perdido de su infancia... La poesía es un misterio, no debe cogérsele fobia ni esbozar semejantes argumentos peyorativos, incluso, sin dar las razones por las que desprecia este sagrado género con que fue escrita La Biblia, El Corán... Ella está en un Olimpo de Verdad Absoluta y nosotros, excluido tú, estamos abajo como miserables canteros a pan y agua, extrayendo del granito de su montaña (de Laura) migajas de algo remotamente parecido a la poesía. De hoy en adelante no osaré mirar hacia la cúspide de Laura no sea sus ojos me fulminen si algún día llega a leer las sandeces de mi alma…
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
Bueno, nada más pifiaron el título del libro... Por lo demás el comentario está cute. ¿“Poems for People Who Hate Poems”? No es la primera vez que lo oigo.
Asterión:
Me alegra saber que vos y Mauricio Molina tiene ese criterio en común. Yo por mi lado no estoy tan de acuerdo, pero se los agradezco mucho. Un abrazo.
Frank:
Gracias por tus entusiastas palabras. No creo sin embargo que hubiese algún tipo de desdén en las palabras de Laura. Todo lo contrario, le agradezco mucho sus elogios.
Stavros:
Que alguien te arrime el vasito con la tapa cubierta de látex. Corrés riesgo de hacerte daño, jeje. Por cierto; sí, ella equivocó, no sé si adrede, el título, pero es 31 errores menos que en la diagramación.
En todas Alex. No deje de avisar la fecha de la presentación. Seguro no podré caer por estar ya en clases, pero ahí vemos. Tuanis.
Bueno, si por prioridad cronológica fuera, Alex fue primero dramaturgo. Y malo, si creemos su propio testimonio (ya no tenemos manera de saberlo). Pero yo creo que va a regresar al teatro, y de seguro para hacernos dudar de la importancia de decir qué fue primero, como no sea este origen perdido.
Stavros:
Hasta donde recuerdo, lo primero que hice fue un poema a los catorce. A los dieciséis, concidiendo con el aprendizaje de la lectura del español, empecé a hacer novela y ensayo. Todo quedó abolido a los 20 cuando una operación del estrabismo me redujo aún más la capacidad visual (su única ventaja fue cosmética). Entonces, a los 22 decidí hacerme poeta, generó que parctiqué un poco más de diez años. Pero metido dentro de toda este fárrago de géneros, siempre, aunque muy espaciadamente, hacía algo de teatro, genéero que me ha fascinado desde antes que los judíos invadieran Jericó. Prueba de ello es que dos de mis autores de cabecera son dramaturgos (Shakespeare y Beckett).
Durante la época de taller, escribí uno o dos dramas que causaron mucha risa (causándome a mí, como es de prever, un auténtico drama), por lo que decidí abandonar el género. Pero si aun hay roperos, alacenas o clósets en mi vida, uno de ellos es el teatro. Por eso, tenés razón: voy a regresar al teatro.
En hora buena!!!!
Gracias, Guega.
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