SEGUIDORES

lunes, agosto 20, 2012

¿TANTOS MILLONES HABLAREMOS "INGLÉS"?


La palabra predilecta de muchos ticos en la red, usualmente resumida en la frase WTF!
x
(Repensar el español de los costarricenses en las redes sociales)
x
En días pasados conversaba por FB con un amigo tico joven cuando de repente él usó el término “estalkeada”, sustantivo generado a partir de la forma de participio pasivo español del verbo inglés “to stalk” (acechar). De inmediato me quedé pensando en el circunloquio lingüístico de mi amigo y le cuestioné el uso. Él dijo que era un término que se usaba en la red en vez de alguna palabra española por que tenía una “connotación particular”. En mi opinión, la connotación la da el hablante, no la especificidad del medio escrito que se use. Sin embargo, creo haber colegido de mi amigo que “estalkeada” era más apropiada en nuestro discurso español porque en la red tiene, como dijo, “una connotación particular”, es decir, un tono o un matiz que no lo da la palabra “acechanza”. Ese matiz a mí me parece más de modas sociales que de lenguaje duro y puro. No es cierto que la palabra acechar no puede cargar ese matiz especial (que, me temo, solo significa sonar “cool”) sino que el nuevo hablante, en este caso mi amigo, no se lo quiere dar porque en su concepción del mundo el inglés estadounidense está unos cuantos puntos más arriba en la escala evolutivo-social de la red. O al menos eso es lo que interpreto por “matiz especial”.
x
Otros dos ejemplos los tomo de otros dos amigos jóvenes en la red, ambos profesionales de muy alta escolaridad y con una valiosa formación cultural. Sin embargo, uno de ellos justifica sus anglicismos (que usa de manera pertinaz) diciéndonos que él es el producto de una familia pluricultural, y que desde bebé ya estaba expuesto a ambas lenguas. En mi caso, el inglés es mi lengua materna en lecto-escritura, pues la aprendí a los 6 años, (8 años antes de que tuviera que enfrentarme con el español escrito). Además, hice toda la primaria y el primer año de colegio aquí en Los Ángeles. Cuando regresé a Costa Rica en la adolescencia, fue a reaprender mi lengua materna. Y sin embargo, lucho día y noche por mejor y ampliar mi conocimiento de ambas lenguas sin tener que convertirlas en un espagueti lingüístico.
x
En Estados Unidos persiste una fuerte inclinación a erradicar cualquier lengua que no sea el inglés. Las campañas usualmente van dirigidas contra ciudades como Los Ángeles que tienen mucha rotulación bilingüe español/inglés.
x
El segundo caso es parecido al primero. Un joven amigo de notable formación profesional y gran recorrido en el área de las artes. No obstante, suele colorear sus comentarios con las crayolas de la lengua inglesa, y con frecuencia ignora (adrede, supongo) las formas castellanas de las palabras propias de su profesión. Muchos de estos jóvenes intelectuales de la futura Costa Rica ni siquiera son conscientes de que ellos ya están creando un peligroso albeo en el flujo natural del idioma.
x
No obstante todo lo anterior, hay una verdad en lo discutido que nadie puede negar, el inglés se da a sí mismo mayor espacio y flexibilidad para asumir o crear lenguaje a partir de las nuevas tecnologías. El español es más reticente, más conservador. Por eso me parece muy bien que incorporemos palabras como “escanear”, “DVD” y otras muchas que ayudan a agilizar la lengua materna (aunque en el fondo sigo creyendo que casi todo es traducible). Pero no creo necesaria la asimilación y/o deformación de palabras inglesas en uso español para legitimarlas si no son necesarias. “Printear” y “mouse” son pues completamente superfluas porque tenemos imprimir y ratón (en su connotación tecnológica).
Otro aspecto importante es el ámbito del fenómeno. No parece ser un movimiento de la lengua española en general sino solo de quienes usan las redes sociales; y muy en particular, de los costarricenses, jóvenes y tecnófilos. Este segmento de población es capaz de generar oraciones como esta: “El tráiler del thriller es todo un fail porque ese director loser metió un poco de spoilers”... Y juran que están hablando en español. Eso no se diferencia en nada de la señora mexicana del este de Los Ángeles que, al ser entrevistada por la tele dijo: “Yo estoy muy contenta porque m’ijo se salió de las gangas y ahora tiene una troca”. Ella por lo menos hispanizó los anglicismos.
Creo que este sobre énfasis en algunas jergas del inglés está apadrinado por dos factores muy propios de los habitantes de nuestras redes sociales. 1. Una profunda y descarada pereza por traducir y, 2. La idea de que el inglés le da a nuestras palabras una “connotación particular”, o dicho de otra manera, hay una tácita convicción de que el inglés puede dar mayor y mejor significado a lo que estamos tratando de decir. En tiempos de nuestros abuelos eso se llamaba pedantería cultural. Hoy es nada más la “libertad” en las redes.
x
El español, una lengua fuerte y vibrante que sin embargo ya ha perdido terreno en varios continentes.
Algunos me recetarán el agua tibia y me dirán que los idiomas son organismos vivos que están en plena mutación y cambio. Cierto, pero ya que les gusta la metáfora biológica, también habría que reconocer que los idiomas no solo mutan y cambian; además pueden ser invadidos y fagocitados por otros organismos. El macedonio, el etrusco, el cartaginés y el siríaco todos fueron eventualmente eliminados y sustituidos por el latín. Igualmente, en nuestros días, el inglés ya acabó con el español de las Filipinas y está a punto de acabar con el escocés original de Escocia. El deterioro de la lengua materna anterior en Escocia es tan grave que los hablantes ya no saben que están utilizando palabras antiguas escocesas. Creen que es simplemente “bad English”.
 
Pues entonces, las lenguas pueden morir. Y cuando son parte de una comunidad lingüística tan pequeña (el español cartago lo hablaremos si acaso dos o tres millones de individuos) su posibilidad de desaparecer es un escenario que debemos tomar en cuenta. Y no es que nuestro ticomeseteño vaya a morir en el lapso de nuestras vidas, pero sí podría ser que nuestros bisnietos ya tengan problemas para entender lo que hemos escrito hoy.

Alexánder Obando
11 de agosto de 2012.